Santa
aparece la primera. Menuda y de mediana edad, llega desde Barcelona
exclusivamente para asistir a lo que va a ocurrir en aquella sala. Está allí
porque padece fibromialgia y fatiga crónica. A su lado toma asiento Maribel. En
su caso es la hepatitis C la que le ha llevado hasta aquella habitación. Algo
más tarde, llegará uno de los pocos varones que poblará la sala, José María,
que se muestra asombrosamente tranquilo ante la operación a la que se someterá
el martes debido a su cáncer de esófago.
A
primera vista parece que no tienen nada en común: ni años, ni enfermedad, ni
siquiera procedencia. Pero la incógnita de por qué se han dado cita a la misma
hora en el MD Anderson Cancer Center de Madrid pronto queda resuelta. Todos
ellos, y unas 30 personas más que abarrotan una de las salas de este centro,
van a recibir una terapia que les ayude a afrontar y gestionar el dolor de sus
enfermedades. Allí están para acercarse por primera vez, o realizar sus
ejercicios habituales en grupo, a un taller de meditación.
Esta
técnica oriental milenaria poco a poco va ganando legitimación dentro de la
comunidad científica y médica. En los últimos años abundan los estudios que
evalúan algún aspecto de esta terapia ya sea en personas sanas como en aquellos
aquejados de algún mal. Y los resultados son favorables a la práctica. Mientras
que en los sanos les relaja del estrés del día a día, cada vez son más los
médicos que aplauden la meditación como terapia complementaria por sus nulos
efectos colaterales y la reducción de emociones negativas provocadas por la
situación y el dolor.
Gestionar
el dolor
Pero
siempre son los pacientes los que tienen la última palabra. Santa o Maribel,
con enfermedades crónicas, y José María, al que hace cuatro meses le
diagnosticaron cáncer, son los que más aplauden los beneficios de la
meditación. Todos ellos practicaban esta técnica antes de conocer su
enfermedad, pero una vez diagnosticada, reconocen que les ha ayudado a llevarlo
mejor: "Empecé a meditar hace unos cinco años y hace dos me diagnosticaron
fibromialgia y fatiga crónica. Cuando te lo dicen parece que todo va a ir mal.
Pero seguí con la meditación y, clínicamente, mis médicos me han dicho que mi
estado general es mejor de lo habitual. Aparte de la meditación, no hago nada
especial, por lo que estos efectos lo achaco a esta técnica", relata a
ELMUNDO.es Santa.
Su
historia es parecida a la de Maribel o José María. Para ellos, el principal
beneficio de la meditación es "la liberación de los miedos y las angustias
por la enfermedad, sobre todo al principio, cuando te dicen qué tienes",
coinciden ambos.
Ellas
ya conocían a Juan Manzanares, psicólogo y profesor de meditación con su propia
escuela, que será el encargado de guiar a los pacientes por las entrañas de la
meditación.
"La
meditación es una herramienta que no cura la enfermedad, pero que enseña a
gestionar el dolor, influye en todas las variables que afectan a la enfermedad,
entre ellas la parte mental. Hay que quitarse las ideas rígidas de que el dolor
hay que padecerlo y ya está, porque se puede manejar y en esto incide la
meditación, en su interpretación. La meditación ayuda a tomar conciencia del
dolor y la enfermedad, pero ayuda a verlo desde otra perspectiva más abierta,
en la que no existe la exclusividad del 'yo estoy enfermo', sino que es un
dolor que existe en miles de personas", explica.
Durante
su curso, este especialista resalta la importancia de librarse de los factores
negativos de la enfermedad, tales como "las emociones negativas, la
indefensión o la autoimagen negativa. No hemos hecho nada para merecernos la
enfermedad y hay que eliminar pensamientos como 'ya no valgo para nada', 'no
voy a gustar a nadie', 'merezco estar enfermo'", explica Manzanares. De la
misma forma, subraya que "hay que digerir el dolor, hacerse responsable de
él y aprender que es cambiante, no fijo. Esto ayuda a ser capaz de manejarlo y
gestionarlo".
Para
Marta de la Fuente, psicooncóloga del MD Anderson Cancer Center de Madrid, la
importancia de la meditación es "que se está comprobando que un ajuste
emocional adecuado, un requilibrio emocional que se ha alterado, sobre todo
cuando te diagnostican la enfermedad, hace que tu cuerpo esté mejor preparado
para afrontar los efectos de la patología y, al final, influye en los
resultados clínicos, como aquellos que indican que se controla mejor el dolor o
que se aumentan las defensas", indica.
De
todas formas, ambos psicólogos añaden que "no hay que olvidar que esta
terapia es complementaria, no curativa, pero te enseña y ayuda a mejorar. La
vida es enfermedad y salud, no hay que centrarse sólo en una cosa. La
meditación enseña eso y aprender a vivir de otra manera cuando te enfrentas a
momentos duros".
¿Y
qué dicen los pacientes tras el curso? "La meditación enseña a que toda
enfermedad es producto de varios factores y entre ellos está el psicológico.
Ahí es donde actúa; te enseña a afrontar esta parte, el dolor de la mente que
la enfermedad te produce, y te terminas dando cuenta de que la vida está
compuesta de otras cosas a las que también hay que dar importancia. Observas
que hay millones de personas que también sufren, no es tu dolor exclusivo y,
tomando conciencia de la enfermedad, te liberas de angustias", resume
Maribel.
José
Manuel, de camino a su habitación para la visita del médico, se despide con una
frase: "Lo difícil es cuando te lo dicen, pero los nervios se pasan cuando
aprendes a vivir con la enfermedad y piensas que vas a salir de ella. Yo estoy
convencido".
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