Aquel
día de julio de 2005 empezó como otro cualquiera. Una jornada más que sumar a
la rutina. Lo único distinto que notó Íñigo, que no olvida la fecha, fue un
ligero hormigueo en su pierna izquierda.
Como
llevaba unos meses con molestias, no le dio demasiada importancia y siguió con
su día. Pero el hormigueo fue convirtiéndose en adormecimiento, y, al cabo de
unas horas, en una pérdida de sensibilidad que le obligó a ir a Urgencias.
Íñigo
entonces no lo sabía, pero acababa de empezar la semana más dura de su vida.
Siete días que este bilbaíno recuerda como una auténtica pesadilla. "De
repente me ví en una silla de ruedas. Fui perdiéndo la movilidad
progresivamente, hasta quedarme prácticamente paralizado", recuerda.
Afortunadamente,
con el diagnóstico -esclerosis múltiple- también vinieron los tratamientos. Y
las consecuencias del gran brote que había sufrido fueron remitiendo, hasta el
punto de que, hoy, aunque aún padece secuelas, lleva una vida bastante normal.
"Hasta puedo conducir", ejemplifica.
Discapacidad
en jóvenes
Como
Íñigo, otras 46.000 personas padecen esclerosis múltiple en nuestro país. La
enfermedad es, tras los accidentes de tráfico, la segunda causa de discapacidad
en personas jóvenes, aunque no todos los casos son como el del vasco.
"Una
progresión tan rápida no es lo más frecuente, aunque la esclerosis múltiple es
muy variable, tiene mil caras", señala Ester Moral Torres, coordinadora
del grupo de estudio de enfermedades desmilinizantes de la Sociedad Española de
Neurología.
Esta
enfermedad neurológica, que afecta al cerebro, el encéfalo y la médula espinal,
hace que la mielina, la sustancia que recubre las fibras nerviosas, resulte
dañada, lo que interfiere en la capacidad de los nervios para conducir las
órdenes del cerebro.
Según
esta especialista, los primeros signos del trastorno suelen ser alteraciones en
la sensibilidad, problemas visuales, pérdidas de fuerza... "Por ejemplo,
una visión borrosa que persiste varios días debe ser motivo de consulta",
advierte esta especialista, quien recuerda que una detección temprana es, en la
gran mayoría de los casos, sinónimo de buena evolución.
"Un
diagnóstico a tiempo y un tratamiento puede hacer que el paciente con
esclerosis múltiple tenga una buena calidad de vida a largo plazo",
señala.
A
pesar de que la progresión de la enfermedad aún no se puede predecir, recuerda
Moral, "la esclerosis múltiple es una de las enfermedades neurológicas
donde más se ha avanzado en los últimos años, tanto en cuanto a su diagnóstico
como en sus tratamientos".
Y
los próximos años seguirán trayendo buenas noticias, añade. "No hay cura,
pero cada vez hay más tratamientos que son muy eficaces. Y en los próximos dos
años veremos aún más avances de los que podrán beneficiarse los
pacientes".
Íñigo
confía en que esos avances lleguen pronto y también le ayuden a mitigar los
fuertes dolores que sigue produciéndole la enfermedad. "La investigación
es clave. Para luchar contra la esclerosis múltiple son fundamentales dos
cosas, que se siga investigando y que se insista en la detección precoz",
apunta.
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