Si
escucha usted hablar de la gota, seguramente vengan a su mente imágenes de
orondos reyes antiguos con fuertes dolores en el dedo gordo del pie. Y aunque
la segunda parte de la escena sí se corresponde con la realidad, en la
actualidad, esta enfermedad reumática no afecta sólo a 'gentes de buen vivir'.
Aunque
suene a diagnóstico antiguo, la gota es la causa de artritis más frecuente en
países occidentales y llega a afectar hasta el 5-6% de los mayores de 70 años.
"En la población mayor, la mayoría de los casos de gota se deben a que el
riñón está fallando, o bien a ciertos medicamentos para el corazón y la
hipertensión", explica el doctor Fernando Pérez-Ruiz, especialista en
Reumatología del Hospital Universitario de Cruces (Vizcaya).
El
reumatólogo desmonta así el primero de los mitos que rodean a esta enfermedad
de las articulaciones: "No es sólo un mal de comilones, como Carlos V y
compañía", bromea. Eso sí, debido al envejecimiento actual de la
población, los expertos observan un cierto aumento de la prevalencia en los
últimos años.
Y
aunque es cierto, añade, que la mitad de los pacientes debuta con un ataque en
el dedo gordo del pie, hay al menos un 20% de afectados por gota que nunca tiene
molestias en esa zona del cuerpo; lo que puede llevar a un diagnóstico
incorrecto en algunos casos.
Como
explica el reumatólogo de Cruces, la gota está producida por un aumento del
ácido úrico en la sangre y, cuando esto ocurre, este ácido tiende a
solidificarse formando pequeños cristales (como los de la imagen) que se
acumulan en los cartílagos de las articulaciones; sobre todo en las partes
inferiores del cuerpo.
Esos
cristales comienzan a acumularse en las articulaciones mucho tiempo antes de
que aparezca el primer y típico ataque agudo de gota, caracterizado por un
dolor intenso y una inflamación de la articulación afectada. Ese primer
episodio es el que suele desencadenar el diagnóstico de la enfermedad, hasta el
punto de que si los síntomas clínicos son muy claros, los médicos no precisan
ni siquiera otras pruebas adicionales. En caso de que el cuadro no esté claro,
el doctor Pérez-Ruiz recuerda que se puede utilizar una pequeña aguja para
pinchar la articulación y observar los cristales que invaden la articulación
bajo el microscopio; "en algunos casos, además, se puede realizar una
ecografía y si la imagen es muy clara, se le puede ahorrar el pinchazo al
paciente".
Control
de la dieta y el peso
Una
vez diagnosticado el problema, el primer paso a seguir es corregir los factores
de abuso, todo aquello que hace elevar los niveles de ácido úrico en la sangre.
"Si el paciente es un anciano de 90 años, delgado, cuyo problema está
ocasionado por la medicación que toma para el corazón, tenemos poco margen de
maniobra", admite, "pero si es alguien joven, a quien le sobran 20
kilos, lo primero es corregir los abusos, moderar la dieta, el consumo de
alcohol... Sólo si no podemos cambiar esos factores, recurriremos a la
medicación".
Para
entender el tratamiento de la gota, Pérez-Ruiz recurre a la metáfora de la
bandeja sucia. "La primera vez tendremos que fregar mucho para que nos
quede limpia (es decir, bajar mucho el ácido úrico); si lo conseguimos, a
partir de ahí sólo tendremos que pasar un paño para mantenerla limpia [mantener
los niveles por debajo de 6 mg/dl]", bromea de nuevo. Además, recuerda el
especialista de la Sociedad Española de Reumatología, si el problema no se
aborda, los síntomas empeoran.
Es
decir, la clave consiste en mantener los niveles de ácido úrico en la sangre
bajo control, porque si vuelven a elevarse, la gota reaparecerá. En ese control,
la moderación de la dieta juega un papel clave; pero ahora que llegan estas
fechas el reumatólogo lanza también un mensaje de sentido común: "El
marisco, por ejemplo, tiene más ácido úrico que la ternera; pero
proporcionalmente, un filete es mayor que un langostino", pone como
ejemplo.
"Claro
que se puede comer un poco de marisco en Navidad, pero si te quieres tomar un
centollo, dos cigalas y un chuletón... pues no. Y lo mismo con el alcohol (o
los refrescos, que también elevan el ácido úrico); yo siempre les digo a mis
pacientes que se marquen el mismo límite que para conducir, se puede beber lo
mismo que tomarías sin miedo a que te pille la Guardia Civil". En
definitiva, "no hay alimentos malos, sino dietas malas o conductas
desordenadas". Con gota, resume, también se puede disfrutar de las
Navidades, con cuidado, eso sí.
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