miércoles, 26 de diciembre de 2012

La gota ya no es una enfermedad de reyes



Si escucha usted hablar de la gota, seguramente vengan a su mente imágenes de orondos reyes antiguos con fuertes dolores en el dedo gordo del pie. Y aunque la segunda parte de la escena sí se corresponde con la realidad, en la actualidad, esta enfermedad reumática no afecta sólo a 'gentes de buen vivir'.

Aunque suene a diagnóstico antiguo, la gota es la causa de artritis más frecuente en países occidentales y llega a afectar hasta el 5-6% de los mayores de 70 años. "En la población mayor, la mayoría de los casos de gota se deben a que el riñón está fallando, o bien a ciertos medicamentos para el corazón y la hipertensión", explica el doctor Fernando Pérez-Ruiz, especialista en Reumatología del Hospital Universitario de Cruces (Vizcaya).

El reumatólogo desmonta así el primero de los mitos que rodean a esta enfermedad de las articulaciones: "No es sólo un mal de comilones, como Carlos V y compañía", bromea. Eso sí, debido al envejecimiento actual de la población, los expertos observan un cierto aumento de la prevalencia en los últimos años.

Y aunque es cierto, añade, que la mitad de los pacientes debuta con un ataque en el dedo gordo del pie, hay al menos un 20% de afectados por gota que nunca tiene molestias en esa zona del cuerpo; lo que puede llevar a un diagnóstico incorrecto en algunos casos.

Como explica el reumatólogo de Cruces, la gota está producida por un aumento del ácido úrico en la sangre y, cuando esto ocurre, este ácido tiende a solidificarse formando pequeños cristales (como los de la imagen) que se acumulan en los cartílagos de las articulaciones; sobre todo en las partes inferiores del cuerpo.

Esos cristales comienzan a acumularse en las articulaciones mucho tiempo antes de que aparezca el primer y típico ataque agudo de gota, caracterizado por un dolor intenso y una inflamación de la articulación afectada. Ese primer episodio es el que suele desencadenar el diagnóstico de la enfermedad, hasta el punto de que si los síntomas clínicos son muy claros, los médicos no precisan ni siquiera otras pruebas adicionales. En caso de que el cuadro no esté claro, el doctor Pérez-Ruiz recuerda que se puede utilizar una pequeña aguja para pinchar la articulación y observar los cristales que invaden la articulación bajo el microscopio; "en algunos casos, además, se puede realizar una ecografía y si la imagen es muy clara, se le puede ahorrar el pinchazo al paciente".

Control de la dieta y el peso

Una vez diagnosticado el problema, el primer paso a seguir es corregir los factores de abuso, todo aquello que hace elevar los niveles de ácido úrico en la sangre. "Si el paciente es un anciano de 90 años, delgado, cuyo problema está ocasionado por la medicación que toma para el corazón, tenemos poco margen de maniobra", admite, "pero si es alguien joven, a quien le sobran 20 kilos, lo primero es corregir los abusos, moderar la dieta, el consumo de alcohol... Sólo si no podemos cambiar esos factores, recurriremos a la medicación".

Para entender el tratamiento de la gota, Pérez-Ruiz recurre a la metáfora de la bandeja sucia. "La primera vez tendremos que fregar mucho para que nos quede limpia (es decir, bajar mucho el ácido úrico); si lo conseguimos, a partir de ahí sólo tendremos que pasar un paño para mantenerla limpia [mantener los niveles por debajo de 6 mg/dl]", bromea de nuevo. Además, recuerda el especialista de la Sociedad Española de Reumatología, si el problema no se aborda, los síntomas empeoran.

Es decir, la clave consiste en mantener los niveles de ácido úrico en la sangre bajo control, porque si vuelven a elevarse, la gota reaparecerá. En ese control, la moderación de la dieta juega un papel clave; pero ahora que llegan estas fechas el reumatólogo lanza también un mensaje de sentido común: "El marisco, por ejemplo, tiene más ácido úrico que la ternera; pero proporcionalmente, un filete es mayor que un langostino", pone como ejemplo.

"Claro que se puede comer un poco de marisco en Navidad, pero si te quieres tomar un centollo, dos cigalas y un chuletón... pues no. Y lo mismo con el alcohol (o los refrescos, que también elevan el ácido úrico); yo siempre les digo a mis pacientes que se marquen el mismo límite que para conducir, se puede beber lo mismo que tomarías sin miedo a que te pille la Guardia Civil". En definitiva, "no hay alimentos malos, sino dietas malas o conductas desordenadas". Con gota, resume, también se puede disfrutar de las Navidades, con cuidado, eso sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario