Un misterioso tejido que posee en el feto durante su desarrollo en el vientre materno podría ser un elemento fundamental en la formación de las células beta maduras, la única fuente de insulina que tiene el organismo humano. Este hallazgo, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de California, en San Francisco (UCSF), podría cambiar la forma en la que se abordan enfermedades como la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2.
Durante las fases finales del desarrollo de ratones, este tejido fetal, denominado tejido mesenquimal, segrega unos compuestos químicos que permiten que las células beta productoras de insulina maduren y se propaguen. Al extirpar dicho tejido, los investigadores vieron que los animales no crecían con las células beta completas.
El trabajo, que se publica en PLoS Biology, puede proporcionar una herramienta muy útil para la investigación de nuevos medicamentos en diabetes. Según los investigadores, al identificar estas sustancias químicas se podrían crear nuevas células beta e el organismo o en el laboratorio, algo que actualmente está más allá de las expectativas médicas.
Gran avance
«Si podemos identificar estas sustancias químicas existe la posibilidad de generar células beta funcionales a partir de células madre. Además, estas moléculas nos permitirían aumentar el número de células beta en personas con diabetes tipo 2, cuya capacidad de producir insulina está disminuida», explica Matthias Hebrok, director de la UCSF. Pero además, las células beta producidas en el laboratorio serían una «bendición» para las personas con diabetes tipo 1, que son incapaces de producir insulina.
El tejido mesenquimal ha sido, durante los últimos años, uno de los focos de investigación para los científicos. Sin embargo, su papel en la diabetes ha sido desde siempre un misterio, debido sobre todo a la dificultad para estudiarlo. Ahora, el grupo de Hebrok ha podido trabajar sobre él y descubrir que el tejido mesenquimal es necesario para la expansión de las células pancreáticas, incluidas las células beta. Un gran paso que puede abrir una nueva puerta en la investigación en diabetes.
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