lunes, 5 de septiembre de 2011

Plantas tóxicas: la moda mortal de mezclar drogas con hierbas narcóticas


Siempre han estado ahí y el hombre las ha empleado de una u otra forma. Ahora ha encontrado el medio de convertirlas en parte de su ocio pero sin el conocimiento necesario, la diversión se puede teñir de negro, como ha sucedido estos días atrás con los jóvenes que murieron tras la ingestión de una infusión de estramonio durante una «rave».
Quizás el problema no estribe tanto en las plantas que los ávidos de nuevas experiencias han utilizado, perfectamente clasificadas como tóxicas e ilegales en España, sino en el deseo de estos chicos de experimentar sensaciones a través de nuevos medios. Como apunta Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y en Pedagogía y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, la respuesta se halla en «que a menudo se buscan “nuevas vías de evasión” para aliviar la ansiedad o para buscar placer. Es cierto que hay numerosas drogas y no es extraño encontrar a muchos jóvenes ávidos de vivir nuevas experiencias, dispuestos a probar sustancias, incluso a combinarlas, por supuesto con alcohol, en una suerte de cóctel altamente peligroso».
Los expertos también apuntan que la toxicidad de estas plantas también se ve comprometida y elevada por las sustancias que, de forma conjunta, toman los chavales en sus fiestas, como alcohol, marihuana o cocaína. «Estamos ante pacientes que policonsumen diferentes drogas de abuso y que fruto de lo cual las consecuencias y las secuelas pueden ser muy graves», enfatiza Carlos Roncero, coordinador del Centro de Atención y Seguimiento (CAS) de ayuda a personas con problemas de drogadicción del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona y profesor asociado de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Consumir plantas tóxicas, como el estramonio, no se realiza de forma continuada, «sino de forma puntual  –al menos de momento– y el peligro también se halla en la red artesanal que fabrica y distribuye la “droga”. La falta de control de las dosis y las cantidades provoca la elevada toxicidad», manifiesta Roncero. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido en muchas ocasiones de que las plantas pueden entrañar riesgos para la salud si las administran personas sin calificación.
Profesionales de la Medicina Natural, donde muchos encasillan este tipo de plantas sin conocerlas bien, aseguran que hay una tendencia a creer que lo natural es inocuo, y no es así. Además de que, como se ya se ha apuntado, la ausencia de estandarización no garantiza ni su calidad ni que lo que se tome sea lo que se dice. María José Alonso, vocal de Plantas Medicinales del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, defiende las propiedades terapéuticas de estos productos y acusa a los jóvenes de convertirlas en drogas de abuso para su uso y disfrute, «cuando en muchos casos estas plantas ni siquiera son medicinales, sino que se encuentran en listados recogidos por el Ministerio de Sanidad en los que se las reciben la calificación de estupefacientes, con todo lo que eso significa –prohibición de venta y consumo–».  Desde la ONG Energy Control insisten con contundencia que el estramonio no es frecuente en las fiestas, ni se consumen de forma habitual. Por ello, subrayan la importancia de hablar de «algo esporádico y para nada de una nueva forma de droga de abuso».

Consecuencias

El farmacólogo clínico de la Unidad de Toxicología del Hospital Universitario La Paz, Alberto Borobia advierte de que existe un elevado riesgo en el consumo en cualquier cantidad de estramonio, cuyos componentes, como la atropina, están también en las plantas belladona y altramuz, utilizadas en medicina. Sus elementos, como la escopolamina, producen un cuadro «anticolinérgico», al igual que cuando se consumen semillas o hojas sin hervir de otras plantas o algunas setas.
Actúan sobre el sistema nervioso central y periférico y el sistema cardiovascular, con síntomas como la dilatación de pupilas y visión borrosa, mareos, sequedad de mucosa, retención de orina, parálisis del intestino, y hasta convulsiones y alucinaciones sexuales y violentas en concentraciones muy altas que acaban en muerte. «El riesgo del estramonio, igual que del resto de plantas, es que uno, cuando lo consume, no sabe la concentración que está tomando; las sustancias, tomadas a las dosis no adecuadas, pueden producir la muerte», insiste Borobia. María Teresa Ortega Hernández-Agero,  profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidenta en el Centro de Investigación Infito manifiesta que «la búsqueda de efectos alucinógenos en el sistema nervioso central implica la necesidad de utilizar dosis elevadas de estas plantas y como consecuencia se produce graves efectos tóxicos para el resto del organismo».

Daños orgánicos

Además del estramonio, existen otras plantas de la familia botánica de las Solanaceas (Atropa belladona, Brugmansia spp.– «daturas» ornamentales arborescentes–, Hyoscyamus spp.–beleño–), que son conocidas desde la antigüedad por su elevada toxicidad y en algunos casos por sus efectos alucinógenos. «Hojas, raíces y semillas de estas plantas, según la especie, contienen alcaloides tropánicos: atropina y escopolamina cuyos efectos se manifiestan no sólo sobre el sistema nervioso central sino también sobre el resto del organismo pudiendo originar la muerte del individuo que las consume», explica con detalle Ortega.
Desde la presidencia de Infito, Concha Navarro, también catedrática de Farmacología natural de la Universidad de Granada, asegura que «no podemos considerar ni siquiera medicinales, aunque hubo un tiempo en que sí. Pero hay que tener claro que ya no». Pese a que su venta para el consumo está prohibida son plantas ornamentales que pueden encontrarse en la naturaleza, pero ello no debe ser excusa para su consumo.
En el caso de la atropina, sus efectos centrales son consecuencia de una interacción con receptores muscarínicos, lo que a dosis elevadas provoca una excitación intensa que se manifiesta por un cuadro de agitación, desorientación, aumento de reflejos, confusión mental, alucinaciones y delirio. A dosis bajas el efecto es sedante. «La escopolamina, más abundante en el estramonio que en otras plantas de esta familia botánica, ejerce un mayor efecto sobre el sistema nervioso central induciendo sedación, depresión, hipnosis y amnesia», añade Ortega.
Tras su consumo, el cuadro tóxico se manifiesta en poco tiempo tras su ingestión y tiene unos síntomas característicos, como explica Navarro: enrojecimiento de la cara por vasodilatación de los capilares cutáneos, sequedad de boca y mucosas, sed intensa y fiebre por disminución de las secreciones y debilidad muscular. Después de un periodo corto de enlentecimiento de la frecuencia cardíaca se produce una intensa aceleración del ritmo cardíaco (150 latidos/minuto). Durante todo el cuadro tóxico se observa una dilatación constante de las pupilas. Las alucinaciones y delirios van acompañados de agitación, descoordinación motora y en ocasiones, convulsiones.
También son famosas plantas como el peyote, el tejo, la pastora (sativa divinorum), hongos mágicos (psylocibes) o cactus de San Pedro. Estas especies son empleadas como «drogas naturales» y se encuentran en muchos de los círculos juveniles de ocio. En muchos casos, los chicos sólo buscan experimentar sensaciones similares al LSD, pero sin pagar lo que éste cuesta y recurren a productos naturales como la marihuana, la mescalina del cactus peyote, la psilocibina y psilocina de los hongos mágicos, y el dimetil triptamina de la mimosa y la ayahuasca. 

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