jueves, 22 de septiembre de 2011

Más del 90% de los escolares no desayuna correctamente


El 93 por ciento de los niños no desayuna correctamente por culpa del desconocimiento de los padres sobre los alimentos que deben estar presentes en un desayuno completo, según recoge el estudio 'Hábitos de vida relacionados con la obesidad infantil', promovido por Kellogg, cuyos resultados se han presentado en un coloquio este jueves.
Sin embargo, el estudio muestra que, aunque el 40 por ciento de los padres no sabe cómo se prepara un desayuno completo, la percepción de los padres sobre la dieta de sus hijos es positiva puesto que el 30 por ciento considera que sus hijos desayunan bien.
Lácteos, cereales y fruta son los tres grupos de alimentos que, según los expertos, componen un desayuno completo y equilibrado, ya que resultan básicos para dotar de energía y los principales nutrientes al organismo en la primera ingesta del día.
Según este estudio, más de la mitad de los niños decide personalmente los alimentos que desayunan y, a medida que aumenta la edad, al no haber adquirido unos buenos hábitos en edades más tempranas, se eleva el riesgo de elecciones menos saludables. El gran damnificado del desayuno es la fruta, que sólo es consumida por un 9 por ciento de los menores.
También se han detectado deficiencias en dos factores claves en el momento del desayuno como el tiempo y la compañía. El 40 por ciento de los niños no dedica el tiempo suficiente a desayunar, recomendado entre 10 y 15 minutos, y a medida que crecen este tiempo se reduce. Además, uno de cada diez niños desayuna sin supervisión paterna.
A pesar de estos datos, la mayoría de los padres valoran la importancia del desayuno, ya que 9 de cada 10 progenitores conocen la relación probada entre un desayuno completo y equilibrado y un mejor rendimiento escolar, tanto físico como intelectual.
Diferentes estudios demuestran que los malos hábitos en el desayuno condicionan el cumplimiento de las recomendaciones dietéticas ya que, si desde primera hora se rompe la pauta establecida, es más difícil recuperarla a lo largo del día. De hecho, más de un 43 por ciento de los menores no realiza las cinco comidas diarias recomendadas por los expertos.
El estudio, basándose en una muestra de más de 1.000 padres y madres con hijos en edades comprendidas entre los 6 y 12 años, analiza aspectos clave como los hábitos alimenticios y la frecuencia en las actividades físicas y sedentarias de los más pequeños. Además, retrata los hábitos de alimentación de padres y madres, y su grado de conocimiento sobre los aspectos que componen una vida saludable.
EL ÁMBITO FAMILIAR DEBE PREDICAR CON EL EJEMPLO
Entre las conclusiones del estudio destaca que muchos de los patrones llevados a cabo por los adultos repercuten en los hábitos de vida de los más pequeños, puesto que sólo el 9 por ciento de los padres incluye lácteos, cereales y fruta en su desayuno, un porcentaje similar al obtenido en sus hijos.
La percepción paterna es otra de las claves del problema de la obesidad infantil, ya que los padres son los primeros que no perciben los malos hábitos de vida de sus hijos, ni las consecuencias que esto puede suponer para ellos.
A la hora de valorar los hábitos de sus hijos, más del 80 por ciento de los padres los valoran muy positivamente, puntuándolos por encima de 7 en una escala de 0 a 10. "El alto porcentaje de progenitores que considera que su hijo sigue unos hábitos de vida muy saludables subraya el grave problema de concienciación presente en la sociedad", indican los responsables del estudio.
Según los expertos, los hábitos de vida que se adquieren durante la infancia y adolescencia son esenciales para mantener un estilo de vida saludable en la edad adulta. A medida que los niños crecen sus hábitos empeoran. Los menores dedican más tiempo a actividades sedentarias, como ver la televisión, utilizar el ordenador o jugar a videoconsolas, en la franja de 11 a 12 años que en edades más tempranas. En la misma medida se reduce la práctica de actividad física.
Con todo ello, los asistentes al coloquio han propuesto la intervención en diferentes ámbitos de actuación para acabar con este problema. Así, consideran que tanto profesionales de la salud, familia, escuela y el entorno social del niño, deben tomar un papel activo para concienciar de la importancia de una dieta equilibrada.

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