Las
mucosas del intestino son una de las primeras 'dianas' elegidas por el virus
del VIH cuando infecta al organismo humano. Desde hace algunos años, el papel
del virus del sida en este tejido se investiga con interés por su relación con
la inflamación y por el efecto que el patógeno podría tener en el sistema
inmunitario de los pacientes a través de esta vía.
Esta
semana, un estudio publicado en las páginas de la revista 'Science Traslational
Medicine' incide en esta cuestión y señala que el virus del VIH es capaz de
alterar la flora bacteriana del intestino de los pacientes infectados,
independientemente de que estén tomando tratamiento antirretroviral.
La
investigación, dirigida por Ivan Vujkovic-Cvijin, de la Universidad de
California (en San Francisco, EEUU), se llevó a cabo con 32 pacientes
portadores del VIH y otros nueve individuos sanos. Con sofisticadas técnicas de
análisis, pudieron observar que la presencia del virus del sida en el organismo
de una persona es suficiente para que la flora bacteriana de su intestino
presente un perfil alterado.
"Aunque
ya había evidencias de que la microbiota del intestino juega un papel en la
progresión del VIH, nuestro estudio ha utilizad tecnología muy sofisticada para
poder analizar hasta 60.000 bacterias en cada muestra", señala
Vujkovic-Cvijin a ELMUNDO.es.
Aunque
el intestino humano es el hogar de millones de bacterias de todo tipo , la
mayoría de ellas benignas, los pacientes seropositivos mostraban mayores
niveles de bacterias patógenas, como Pseudomonas, Escherichia coli, Salmonella
o Staphylococcus.
El
trabajo también observó que algunos de estos patógenos actúan sinérgicamente
con el virus del VIH, debilitando la pared intestinal y la función inmune del
sistema digestivo (el intestino juega un papel clave en el sistema defensivo
del organismo, impidiendo que bacterias y virus pasen al torrente sanguíneo).
Por este motivo se atreven a sugerir que algún tipo de tratamiento "para
manipular las comunidades bacterianas del intestino" podría beneficiar
potencialmente la evolución de la infección por VIH.
"Si
fuésemos capaces de validar la hipótesis de que son esas bacterias las que
dirigen la inflamación crónica [que sufren los pacientes con VIH], podríamos
diseñar estrategias para modular la microbiota intestinal a base de
probióticos, prebióticos o incluso antibióticos, aunque estos últimos tienen el
riesgo añadido de que también eliminan bacterias beneficiosas para la
salud", añade el investigador.
Aunque
aún es pronto para establecer conclusiones definitivas, no es la primera vez
que se sugiere algo así. Ya en 2011, otro pequeño estudio publicado en la
revista 'Nature' señalaba que el uso de probióticos (para reforzar las
bacterias beneficiosas) mejoraba la microbiota intestinal en individuos con VIH
y reforzaba el papel de algunas de sus células defensivas (CD4 y las llamadas
'natural killers', que juegan un papel clave en la enfermedad).
El
estudio no ahonda en las causas que podrían explicar esta alteración de la
flora bacteriana, pero sí sospecha que tiene que ver con la cascada de
inflamación que se desencadena en el organismo por la infección por VIH y
sustancias concretas como las citoquinas. "Incluso en seropositivos en
tratamiento, existen altos niveles de inflamación en los tejidos del organismo
que aumentan el riesgo de mortalidad. Nuestra hipótesis es que incluso con
niveles de VIH indetectables, son las bacterias intestinales las que modulan y
dirigen esa inflamación crónica típica de los pacientes con VIH", concluye
Vujkovic-Cvijin.
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