Al unísono, varios
investigadores españoles han sacado a la luz las últimas evidencias
relacionadas con los riesgos que entraña sufrir apnea obstructiva del sueño y
se han convertido por ello en protagonistas del Congreso de la Sociedad Americana
Torácica que se celebra esta semana en San Francisco (EEUU).
Desde hace tiempo, este
tipo de trastorno, que causa episodios intermitentes y recurrentes de oclusión
de las vías aéreas superiores durante el sueño y que se relaciona con los
ronquidos y la somnolencia y la fatiga diurnas del 5% de la población española,
ha sido asociado con mayor riesgo de hipertensión, enfermedad
cardiovascular, problemas metabólicos y neurocognitivos. Ahora, dos
estudios confirman que las apneas están asociadas al cáncer, concretamente a un
mayor riesgo de mortalidad. Estos estudios han sido realizados por el Grupo del
Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
En declaraciones a
ELMUNDO.es, Ferrán Barbé, del Hospital Universitario Arnau de Vilanova
(Lleida) y uno de los autores principales de estas investigaciones, reconoce:
"España ha cogido carrerilla en la investigación de la apnea obstructiva
del sueño y nos hemos convertido en líderes mundiales".
Su trabajo, que sale a la
luz hoy en el último 'Journal of the American Medical Association (JAMA)',
es el primer análisis objetivo que compara la incidencia de hipertensión y
eventos cardiacos en un grupo de pacientes con apnea sometidos al tratamiento
con Presión Positiva Continua en la Vía Aérea (CPAP, sus siglas en inglés), que
distribuye aire ligeramente presurizado durante el ciclo respiratorio, y un
grupo de enfermos sin terapia activa.
"Estudios
observacionales han constatado que la CPAP reduce la incidencia de eventos
cardiacos mortales y no mortales en pacientes con apnea moderada y grave, pero
hasta ahora no se había realizado ningún estudio randomizado sobre los efectos
del tratamiento en las enfermedades del corazón", insiste Ferrán Barbe.
Corazón
El
ensayo ha contado con 723 pacientes de 18 a 70 años procedentes de 14
hospitales universitarios españoles a los que se les hizo un seguimiento de
cuatro años. Los enfermos tenían 20 episodios a la hora de hipoxia (síntoma
recurrente de la apena que causa la falta de respiración) pero sin somnolencia
diurna. Ninguno padecía hipertensión, enfermedad cardiaca, alguna patología crónica,
abuso de alcohol o consumo de hipnóticos. Mientras que la mitad (357) recibió
el tratamiento con CPAP; la otra mitad (366), no. A todos se le indicaron
medidas de higiene del sueño y dietéticas.
Los
datos revelan que en el grupo de la terapia se produjeron 68 nuevos casos de
hipertensión así como 28 eventos cardiacos, mientras que en el grupo sin
tratamiento se dieron 79 casos nuevos de tensión elevada y 31 de patología
cardiaca. A simple vista, los datos no respaldan "que el CPAP, en
comparación con la terapia estándar, reduzca de forma significativa la
incidencia de hipertensión y problemas cardiacos, pero en un análisis posterior
comprobamos que cuando el tratamiento se utiliza a lo largo de cuatro horas
durante la noche entonces sí disminuye la incidencia de ambas patologías",
agrega el experto catalán.
Defiende
que es de "sobra conocido que un 30% de los enfermos no se adhiere al
tratamiento, cosa que podemos observar porque todas las CPAP llevan un contador
con el horario de funcionamiento, pero hay un 70% que sí es fiel a la terapia
y, por tanto, los datos son muy positivos y muy esperanzadores para este grupo
de enfermos. Es más, el segundo trabajo que se publica en el mismo número del
'JAMA' y que lidera José Marín, del Hospital Universitario Miguel Servet
(Zaragoza), y en el que yo también he participado, hemos llegado a conclusiones
similares: cuando la terapia se realiza durante cuatro horas nocturnas el
riesgo de hipertensión disminuye", puntualiza Barbé.
Hipertensión
"Algunos
estudios a corto plazo han mostrado una reducción de la tensión arterial en los
pacientes con apnea que se adhieren a la terapia con CPAP, pero no hay trabajos
a largo plazo que hayan constatado que prevenga o reduzca la hipertensión",
introducen el doctor Marín y su equipo en su artículo.
Su
estudio prospectivo ha sido realizado con 1.899 pacientes sin hipertensión
que fueron referidos entre enero de 1994 y diciembre de 2000 a una unidad de
sueño para un estudio polisomnográfico con el fin de establecer si tenían o no
un trastorno del sueño. De todos ellos, 310 no tenían apnea, mientras que
1.579, sí. Durante los 12 años de seguimiento, el 37% de la muestra desarrolló
hipertensión.
"Tras
tener en cuenta algunas variables como cambios en el índice de masa corporal,
el análisis constató que las probabilidades de padecer hipertensión eran un 33%
más elevadas en los pacientes con apnea que no fueron candidatos a la terapia
con CPAP, que el riesgo era casi dos veces mayor en los que se negaron a
recibir el tratamiento y un 80% más en los que no se adhirieron a la terapia
(cuatro horas nocturnas) en comparación con el grupo control, es decir, los que
no se detectó apnea", determinan los investigadores.
Sin
embargo, en los enfermos tratados el riesgo de desarrollo de hipertensión fue
un 29% menor que en el grupo control, "lo que sugiere que la apnea
obstructiva del sueño puede ser un factor de riesgo independiente y modificable
para el desarrollo de la tensión arterial elevada", insiste el trabajo.
Cáncer
Se
suman a estas evidencias dos nuevos trabajos que relacionan el padecimiento del
trastorno con un aumento del crecimiento tumoral y de la mortalidad por cáncer.
En
este sentido, Josep María Montserrat, del servicio de neumología del Hospital
Clínic y miembro del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer
(IDIBAPS), coautor de uno de ellos, explica: "Realizamos los primeros
estudios en ratones, encabezados por Ramón Farré del IDIBAPS de Biofísica
respiratoria y Bioingeniería de la Universidad de Barcelona, que revelaron una progresión
más rápida del melanoma en los modelos animales de simulación de
apneas", apostilla el experto.
Defiende
que se "trata de un trabajo pionero en humanos. No demuestra que la apnea
causa cáncer, no demuestra tampoco que el tratamiento de la apnea reduzca las
posibilidades de desarrollar enfermedad oncológica, lo que sí demuestra es que
el trastorno acelera la progresión de los tumores y la incidencia del cáncer es
mayor en los afectados de apnea".
Su
estudio ha sido realizado con 5.246 pacientes con apneas del sueño y sin diagnóstico
de cáncer previo pertenecientes a siete centros españoles. Tras siete años de
seguimiento, el 5,7% de los individuos desarrolló un cáncer. En
concreto, el estudio cifra que los pacientes con hipoxia leve multiplicaban por
1,68 el riesgo de sufrir la enfermedad, y los graves, por 2,19 veces. La
investigación indica "que en caso de desarrollar un cáncer, el hecho de
sufrir también apneas del sueño severas puede acelerar la progresión
tumoral", detalla el investigador.
Insiste
en que "estos datos nos sirven de partida para seguir investigando. Ya
tenemos en marcha un estudio para establecer si el tratamiento de la apnea
ayudaría a reducir la progresión tumoral y, por tanto, la mortalidad por cáncer".
Partiendo
de los estudios previos en animales, Javier Nieto de la Universidad de
Wisconsin (EEUU), en colaboración con el científico Ramón Farré, ha llevado a
cabo una investigación con 1.522 individuos que desde 1980 participan en la
investigación 'Cohorte del Sueño de Wisconsin' que, además de analizar los
trastornos del sueño, evalúa otros parámetros de salud cada cuatro años.
"La
hipoxia crónica, una característica común en el tejido tumoral sólido, se
ha asociado con la resistencia terapéutica, la progresión del tumor y el
potencial metastático. Los estudios 'in vitro' han demostrado además que los
cultivos de células de cáncer de pulmón sujeto a intermitente hipoxia son más
resistentes a la radiación, la apoptosis y son más propensos a la metástasis.
Los resultados recientes de un estudio utilizando un modelo de ratón para la
apnea obstructiva del sueño mostró que la hipoxia intermitente se asocia con la
progresión acelerada del cáncer", introduce el doctor Nieto en su estudio,
publicado en la edición online del 'American Journal of Respiratory and Critical Care
Medicine'.
Los
datos revelan que "aquéllos con apnea moderada tenían dos veces más
posibilidades de morir de cánceren comparación con la población sana y los
afectados por la forma más grave hasta nueve veces más", concreta el
experto español afincado en Wisconsin.
Explicación
Además
"la asociación entre apnea y progresión del cáncer se produjo tras tener
también en cuenta otros factores que podían incidir en los resultados, como la
edad, el sexo, el tabaquismo, el índice de masa corporal, la actividad física o
la diabetes, entre otros".
Javier
Nieto adelanta a ELMUNDO.es que el impacto de los datos, "nos han
sorprendido mucho, nos ha pillado por sorpresa. Una asociación tan fuerte entre
mortalidad por cáncer y un factor de riesgo sólo está documentada con el
tabaco. El impacto ha sido tan elevado que el Instituto Nacional del Cáncer
de EEUU ya se ha puesto en contacto con nosotros para que continuemos con la
investigación".
Ante
todas estas evidencias, el doctor Barbé insiste en la importancia del diagnóstico
precoz y su tratamiento. "La gente con apena que no se trata, no llega a
la tercera edad. No fallecen por el trastorno, sino por las enfermedades
asociadas a ella. Se trata de una enfermedad crónica con un gran impacto
en la salud de quienes la padecen, como lo tienen la diabetes o la hipertensión".
Pese a ello, y
tal y como insiste el doctor Nieto, todavía "hay millones y millones de
personas en el mundo que desconocen que la sufren".
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