miércoles, 23 de mayo de 2012

Ronquidos que enferman



Al unísono, varios investigadores españoles han sacado a la luz las últimas evidencias relacionadas con los riesgos que entraña sufrir apnea obstructiva del sueño y se han convertido por ello en protagonistas del Congreso de la Sociedad Americana Torácica que se celebra esta semana en San Francisco (EEUU).
Desde hace tiempo, este tipo de trastorno, que causa episodios intermitentes y recurrentes de oclusión de las vías aéreas superiores durante el sueño y que se relaciona con los ronquidos y la somnolencia y la fatiga diurnas del 5% de la población española, ha sido asociado con mayor riesgo de hipertensión, enfermedad cardiovascular, problemas metabólicos y neurocognitivos. Ahora, dos estudios confirman que las apneas están asociadas al cáncer, concretamente a un mayor riesgo de mortalidad. Estos estudios han sido realizados por el Grupo del Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
En declaraciones a ELMUNDO.es, Ferrán Barbé, del Hospital Universitario Arnau de Vilanova (Lleida) y uno de los autores principales de estas investigaciones, reconoce: "España ha cogido carrerilla en la investigación de la apnea obstructiva del sueño y nos hemos convertido en líderes mundiales".
Su trabajo, que sale a la luz hoy en el último 'Journal of the American Medical Association (JAMA)', es el primer análisis objetivo que compara la incidencia de hipertensión y eventos cardiacos en un grupo de pacientes con apnea sometidos al tratamiento con Presión Positiva Continua en la Vía Aérea (CPAP, sus siglas en inglés), que distribuye aire ligeramente presurizado durante el ciclo respiratorio, y un grupo de enfermos sin terapia activa.
"Estudios observacionales han constatado que la CPAP reduce la incidencia de eventos cardiacos mortales y no mortales en pacientes con apnea moderada y grave, pero hasta ahora no se había realizado ningún estudio randomizado sobre los efectos del tratamiento en las enfermedades del corazón", insiste Ferrán Barbe.
Corazón
El ensayo ha contado con 723 pacientes de 18 a 70 años procedentes de 14 hospitales universitarios españoles a los que se les hizo un seguimiento de cuatro años. Los enfermos tenían 20 episodios a la hora de hipoxia (síntoma recurrente de la apena que causa la falta de respiración) pero sin somnolencia diurna. Ninguno padecía hipertensión, enfermedad cardiaca, alguna patología crónica, abuso de alcohol o consumo de hipnóticos. Mientras que la mitad (357) recibió el tratamiento con CPAP; la otra mitad (366), no. A todos se le indicaron medidas de higiene del sueño y dietéticas.
Los datos revelan que en el grupo de la terapia se produjeron 68 nuevos casos de hipertensión así como 28 eventos cardiacos, mientras que en el grupo sin tratamiento se dieron 79 casos nuevos de tensión elevada y 31 de patología cardiaca. A simple vista, los datos no respaldan "que el CPAP, en comparación con la terapia estándar, reduzca de forma significativa la incidencia de hipertensión y problemas cardiacos, pero en un análisis posterior comprobamos que cuando el tratamiento se utiliza a lo largo de cuatro horas durante la noche entonces sí disminuye la incidencia de ambas patologías", agrega el experto catalán.
Defiende que es de "sobra conocido que un 30% de los enfermos no se adhiere al tratamiento, cosa que podemos observar porque todas las CPAP llevan un contador con el horario de funcionamiento, pero hay un 70% que sí es fiel a la terapia y, por tanto, los datos son muy positivos y muy esperanzadores para este grupo de enfermos. Es más, el segundo trabajo que se publica en el mismo número del 'JAMA' y que lidera José Marín, del Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza), y en el que yo también he participado, hemos llegado a conclusiones similares: cuando la terapia se realiza durante cuatro horas nocturnas el riesgo de hipertensión disminuye",  puntualiza Barbé.
Hipertensión
"Algunos estudios a corto plazo han mostrado una reducción de la tensión arterial en los pacientes con apnea que se adhieren a la terapia con CPAP, pero no hay trabajos a largo plazo que hayan constatado que prevenga o reduzca la hipertensión", introducen el doctor Marín y su equipo en su artículo.
Su estudio prospectivo ha sido realizado con 1.899 pacientes sin hipertensión que fueron referidos entre enero de 1994 y diciembre de 2000 a una unidad de sueño para un estudio polisomnográfico con el fin de establecer si tenían o no un trastorno del sueño. De todos ellos, 310 no tenían apnea, mientras que 1.579, sí. Durante los 12 años de seguimiento, el 37% de la muestra desarrolló hipertensión.
"Tras tener en cuenta algunas variables como cambios en el índice de masa corporal, el análisis constató que las probabilidades de padecer hipertensión eran un 33% más elevadas en los pacientes con apnea que no fueron candidatos a la terapia con CPAP, que el riesgo era casi dos veces mayor en los que se negaron a recibir el tratamiento y un 80% más en los que no se adhirieron a la terapia (cuatro horas nocturnas) en comparación con el grupo control, es decir, los que no se detectó apnea", determinan los investigadores.
Sin embargo, en los enfermos tratados el riesgo de desarrollo de hipertensión fue un 29% menor que en el grupo control, "lo que sugiere que la apnea obstructiva del sueño puede ser un factor de riesgo independiente y modificable para el desarrollo de la tensión arterial elevada", insiste el trabajo.
Cáncer
Se suman a estas evidencias dos nuevos trabajos que relacionan el padecimiento del trastorno con un aumento del crecimiento tumoral y de la mortalidad por cáncer.
En este sentido, Josep María Montserrat, del servicio de neumología del Hospital Clínic y miembro del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), coautor de uno de ellos, explica: "Realizamos los primeros estudios en ratones, encabezados por Ramón Farré del IDIBAPS de Biofísica respiratoria y Bioingeniería de la Universidad de Barcelona, que revelaron una progresión más rápida del melanoma en los modelos animales de simulación de apneas", apostilla el experto.
Defiende que se "trata de un trabajo pionero en humanos. No demuestra que la apnea causa cáncer, no demuestra tampoco que el tratamiento de la apnea reduzca las posibilidades de desarrollar enfermedad oncológica, lo que sí demuestra es que el trastorno acelera la progresión de los tumores y la incidencia del cáncer es mayor en los afectados de apnea".
Su estudio ha sido realizado con 5.246 pacientes con apneas del sueño y sin diagnóstico de cáncer previo pertenecientes a siete centros españoles. Tras siete años de seguimiento, el 5,7% de los individuos desarrolló un cáncer. En concreto, el estudio cifra que los pacientes con hipoxia leve multiplicaban por 1,68 el riesgo de sufrir la enfermedad, y los graves, por 2,19 veces. La investigación indica "que en caso de desarrollar un cáncer, el hecho de sufrir también apneas del sueño severas puede acelerar la progresión tumoral", detalla el investigador.
Insiste en que "estos datos nos sirven de partida para seguir investigando. Ya tenemos en marcha un estudio para establecer si el tratamiento de la apnea ayudaría a reducir la progresión tumoral y, por tanto, la mortalidad por cáncer".
Partiendo de los estudios previos en animales, Javier Nieto de la Universidad de Wisconsin (EEUU), en colaboración con el científico Ramón Farré, ha llevado a cabo una investigación con 1.522 individuos que desde 1980 participan en la investigación 'Cohorte del Sueño de Wisconsin' que, además de analizar los trastornos del sueño, evalúa otros parámetros de salud cada cuatro años.
"La hipoxia crónica, una característica común en el tejido tumoral sólido, se ha asociado con la resistencia terapéutica, la progresión del tumor y el potencial metastático. Los estudios 'in vitro' han demostrado además que los cultivos de células de cáncer de pulmón sujeto a intermitente hipoxia son más resistentes a la radiación, la apoptosis y son más propensos a la metástasis. Los resultados recientes de un estudio utilizando un modelo de ratón para la apnea obstructiva del sueño mostró que la hipoxia intermitente se asocia con la progresión acelerada del cáncer", introduce el doctor Nieto en su estudio, publicado en la edición online del 'American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine'.
Los datos revelan que "aquéllos con apnea moderada tenían dos veces más posibilidades de morir de cánceren comparación con la población sana y los afectados por la forma más grave hasta nueve veces más", concreta el experto español afincado en Wisconsin.
Explicación
Además "la asociación entre apnea y progresión del cáncer se produjo tras tener también en cuenta otros factores que podían incidir en los resultados, como la edad, el sexo, el tabaquismo, el índice de masa corporal, la actividad física o la diabetes, entre otros".
Javier Nieto adelanta a ELMUNDO.es que el impacto de los datos, "nos han sorprendido mucho, nos ha pillado por sorpresa. Una asociación tan fuerte entre mortalidad por cáncer y un factor de riesgo sólo está documentada con el tabaco. El impacto ha sido tan elevado que el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU ya se ha puesto en contacto con nosotros para que continuemos con la investigación".
Ante todas estas evidencias, el doctor Barbé insiste en la importancia del diagnóstico precoz y su tratamiento. "La gente con apena que no se trata, no llega a la tercera edad. No fallecen por el trastorno, sino por las enfermedades asociadas a ella. Se trata de una enfermedad crónica con un gran impacto en la salud de quienes la padecen, como lo tienen la diabetes o la hipertensión".
Pese a ello, y tal y como insiste el doctor Nieto, todavía "hay millones y millones de personas en el mundo que desconocen que la sufren".

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