Lo
llaman el síndrome de la puerta equivocada. Ni lo tratan por sí solos los
centros de atención a la adicción ni tampoco las unidades de Psiquiatría del
sistema público de salud. La patología dual, en la que conviven los trastornos
mentales y el consumo de sustancias psicoactivas, aún parece ser invisible a
pesar de su magnitud. Al menos el 70% de los pacientes adictos padece una alteración
psiquiátrica y se calcula que alrededor del 51% de las personas con enfermedad
psiquiátrica tiene problemas con el abuso de sustancias, incluyendo el tabaco.
Una
doble afectación que, en la mayoría de los casos, se ignora, por lo que resulta
imposible establecer un abordaje correcto y eficaz. "Si tienes un paciente
con esquizofrenia y no consideras su adicción, las drogas que ingiera van a
interferir en su tratamiento antipsicótico, requiriendo dosis mucho más altas,
lo que conlleva efectos secundarios y, al final, el paciente abandona la
medicación", expone a EL MUNDO una de las expertas más relevantes en esta
materia, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas
(NIDA), que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU.
Si
lo que se desconoce del adicto es el trastorno mental que puede haber detrás,
el fracaso de la terapia está casi asegurado. Teniendo en cuenta, tal y como
argumenta la experta, que, por ejemplo, entre las personas con trastornos de la
ansiedad aumenta enormemente el riesgo de alcoholismo" (el 80% de estos
enfermos abusan del alcohol), por mucho que los profesionales aborden su
adicción, la lucha contra la ansiedad que le lleva a beber está prácticamente
perdida. Su tratamiento, remarca Volkow, "debería incluir el problema de
la dependencia a sustancias". Si los cambios cerebrales que explican las
conducta adictiva del paciente, continúa, "no se atienden adecuadamente
permanecerán, haciendo por lo tanto que la adicción sea una enfermedad crónica
como la hipertensión".
"Tenemos
que mejorar muchísimo", afirma la especialista. Se puede decir que no hay
ningún país del mundo que sirva de ejemplo en el abordaje integral de esta
patología porque directamente no está reconocida ni por el último Manual Diagnóstico
y Estadístico de Trastornos Mentales (el llamado DSM5, una especie de biblia de
la Psiquiatría) ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Sigue
predominando la visión conservadora que asume la adicción como un problema de
debilidad de carácter o vicio y no como una enfermedad cerebral y mental",
explica Volkow. Paradójico teniendo en cuenta que ya en los años ochenta se
demostró que en las personas adictas existe un desajuste cerebral que afecta al
funcionamiento de las áreas que permiten ejercer el control sobre los deseos,
es decir, interfiere en la capacidad para dominar los impulsos. ¿A qué se debe
este desajuste? Al igual que en otros trastornos mentales, existen factores
neurobiológicos, ambientales y genéticos. "Sabemos que -claramente- hay
diferencias genéticas que determinan que una persona sea mucho más vulnerable
que otra", asegura Volkow.
Estas
particularidades cerebrales se han constatado, en buena medida, gracias a las
investigaciones de la doctora Volkow, reconocida mundialmente por ser pionera
en el uso de imágenes cerebrales para estudiar los efectos tóxicos de las
drogas y sus propiedades adictivas. Sus trabajos han documentado los cambios
que se producen (por culpa de las drogas) en el sistema de la dopamina y que afectan
las acciones de las regiones frontales del cerebro involucradas en la
motivación, el impulso y el placer, así como la disminución de la dopamina en
el cerebro. Hallazgos que verifican que la drogadicción es una enfermedad del
cerebro, "un problema médico que puede ser tratado y rehabilitado, como se
hace con otro tipo de enfermedades que tienen que ver con el cerebro, como la
epilepsia", comenta Volkow.
Sin
embargo, y a pesar de las evidencias científicas, los consensos profesionales
continúan excluyendo la patología dual del católogo oficial de enfermedades
psiquiátricas, por lo que los afectados siguen sin tener una puerta abierta que
les brinde un abordaje integral, correcto y eficaz. Al ser tratados sólo en un
aspecto, expone Nestor Szerman, jefe de servicio de Salud Mental en el Hospital
Universitario Gregorio Marañón de Madrid, "esta doble enfermedad mental se
alarga" y se enmaraña. Surgen recaídas, conlleva mayor riesgo de
hospitalización, violencia, complicaciones médicas y encarcelación".
En
palabras de Nora Volkow, "la falta de diagnóstico y tratamiento inciden en
la elevada morbilidad y mortalidad de los pacientes" y el sufrimiento de
sus más allegados. "De todas las enfermedades, la que más destruye la vida
familiar es la adicción".
Un
abordaje integral no sólo evitaría estas consecuencias y lograría un
tratamiento eficaz, además, desde el punto de vista de la eficiencia,
"también se reducirían costes", asegura Szerman, porque,
directamente, "disminuirían las duplicidades que hay en los recursos
disponibles". En los servicios paralelos, agrega, "son frecuentes las
dificultades de accesibilidad, poca adherencia, atención, continuidad de los
cuidados, mensajes contrarios...".
Esta
terapia conjunta, puntualiza la investigadora estadounidense, "incluye
también la atención médica a otros problemas clínicos que coexistan con la
patología dual que son bastante frecuentes. Por ejemplo, los que tienen dolor
crónico son muy difíciles de manejar y en ellos, la prevalencia del consumo de
drogas es mucho más alto.
Los
más adelantados en este asunto, señala Volkow, "son los psiquiatras
españoles". De hecho, el término se acuñó en nuestro país por el profesor
Miguel Casas que, junto con Nestor Szerman, han situado a la Sociedad Española
de Patología Dual (SEPD, constituida en 2005)a la cabeza mundial en este área
científica. Incluso con liderazgo, se puede decir que en España también se
cierran los ojos ante una realidad clínica que no por obviarla deja de existir.
Según estudios realizados por la SEPD, entre las personas bipolares, más del
60% sufre adicción a sustancias; entre los pacientes con depresión, el 30% y
hasta el 80% de quienes padecen trastornos de ansiedad tienen problemas
específicamente con el alcohol. "Junto con el tabaco y la marihuana, son las
que más problemas de adicción producen", aclara Szerman.
Sólo
cinco centros en España
A
pesar de la evidencia sobre la utilidad del tratamiento integral de la
patología dual, "sólo hay cinco centros públicos en España que ofrezcan
esta terapia integral: tres en Barcelona, uno en Madrid y uno en Castellón.
Además, hay otros privados repartidos por diferentes comunidades: Asturias,
Castilla-La Mancha, Castilla y León, Murcia, La Rioja, Navarra y País
Vasco", puntualiza el doctor Szerman. "Hemos propuesto a las
autoridades españolas la necesidad de reconocer la patología dual y realizar un
tratamiento conjunto", señala este especialista. Aunque algunas regiones
sí disponen de redes integrales de salud mental y adicciones, aún queda camino
por recorrer. "Encontrar un paciente con un trastorno mental que, además,
presente una adicción -o viceversa- no es nada excepcional. Todo lo
contrario", apunta Szerman. Sin embargo, "no todos los psiquiatras
son conscientes de este hecho". En vista de los datos, "deberíamos
pensar en patología dual ante cualquier sujeto que demanda atención por una
adicción o diagnóstico psiquiátrico", apunta. Los expertos señalan que es
preciso implementar medidas que permitan un acercamiento de ambas redes de
recursos, establecer mecanismos de coordinación, protocolizar la actuación
conjunta y potenciar la formación continuada de los profesionales. Hasta
entonces, y sobre todo, hasta que la comunidad médica reconozca la existencia
de la patología dual, esta realidad "supone un desafío tanto para los
sistemas sanitarios como para los propios clínicos, por la desinformación actual".
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