viernes, 27 de abril de 2012

Las alergias, una respuesta exagerada para proteger el organismo de tóxicos ambientales



La alergia es todavía un complicado acertijo aún por desentrañar. ¿Por qué se ha convertido en una epidemia en los países industrializados? ¿cómo podemos protegernos? ¿por qué se desencadena? Hasta ahora la mejor explicación la ofrece la llamada «hipótesis de la higiene», la que sostiene que el exceso de limpieza durante la infancia podría ser el culpable del «boom» de alérgicos en los países desarrollados. También parecía suficientemente probado que la alergia se produce por una reacción equivocada de nuestro sistema inmune frente a sustancias tan diferentes como el polen, picaduras de insectos, el pelo de los animales o ciertos alimentos. Pero una nueva investigación que merece la portada de la revista «Nature» aporta otro punto de vista. La nueva hipótesis, un desafío a dogmas e ideas convencionales, sugiere que las respuestas alérgicas son una respuesta exagerada para proteger a nuestro organismo de toxinas ambientales.
La investigación del equipo de Ruslan Medzhitov apunta a la idea de que la inmunidad alérgica surgió como un mecanismo de defensa de los mamíferos para protegerse frente a factores ambientales nocivos, desde la acción de parásitos a venenos y toxinas naturales. El sistema inmune ha evolucionado y la acción de esos parásitos ha desaparecido a lo largo de millones de años de evolución, pero los mamíferos siguen utilizando ese mismo mecanismo de protección para inducir la alergia.
Estornudos necesarios

Las manifestaciones en forma de estornudos o picor son síntomas necesarios que ayudan al organismo a reducir la exposición de esos tóxicos y a facilitar la expulsión de las sustancias no deseadas. Son mecanismos de defensa, aunque a veces pueden llegar a ser muy dañinos cuando se producen en exceso.
Las alergias son, por tanto, el precio de la evolución humana. En ausencia de infecciones parasitarias en las sociedades desarrolladas ese mecanismo de defensa se transforma en una respuesta alérgica. «Es el precio que tiene que pagar el ser humano», según Fred Finkelman, del Centro Médico de Veteranos de Cincinnati (Estados Unidos). En un artículo de opinión que acompaña este trabajo apunta, sin embargo, que esta teoría no implica un efecto contrario. Es decir, que las personas no alérgicas no estén menos protegidos contra los tóxicos.

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