lunes, 30 de abril de 2012

A grandes males, remedios sencillos



Una ensaladera para lavar la lechuga puede converirse en una centrifugadora de laboratorio por menos de 30 euros. Un clip de plástico permite administrar la dosis justa de medicamento con una jeringuilla. Mientras que una lámpara de diodo puede tratar con éxito a los recién nacidos que nacen con un exceso de bilirrubina. Así, con imaginación, un grupo de estudiantes estadounidenses busca grandes soluciones a problemas de salud que acechan a los países más pobres.
La iniciativa nació en la Universidad de Rice (EEUU) y acaba de recibir un premio de la revista 'Science' por contribuir al desarrollo de la salud global del planeta.
El programa 'Más allá de las fronteras tradicionales' anima a estudiantes de primer y segundo año de carreras tan distintas como Ingeniería o Biología a usar su imaginación para diseñar tecnologías que puedan emplearse en entornos de pocos recursos. De manera que, como explican los profesores, el módulo logra un doble objetivo: fomentar la creatividad de los alumnos y que su motivación se convierta en aplicaciones reales.
Por eso, algunos de los estudiantes de este peculiar curso han tenido incluso la oportunidad de viajar a países del Tercer Mundo para explicar el funcionamiento de sus inventos y ponerlos en marcha allí donde más falta hacen. Porque, como reza un proverbio haitiano, "no se aprende a nadar en una biblioteca, se aprende a nadar en el río".
Es el caso de Kelley O'Connor, que viajó a Haití a mostrar el funcionamiento de su 'laboratorio portátil' o dos de sus compañeros, que se desplazaron a Malawi para demostrar cómo funciona el sistema de alimentación intravenosa para bebés que aporta la cantidad de suero necesario, evitando sobredosis en un entorno donde las enfermeras tienen que cuidar de hasta 50 o 60 bebés a la vez.
Desde 2006, esta 'ciencia sin fronteras' ha dado lugar a 58 tecnologías diferentes, algunas de las cuales se emplean ya con éxito en países como Haití, Ecuador o Swatzilandia. En este país africano ya utilizan, por ejemplo, la 'jeringuilla con la dosis justa' diseñada por Benjamin Lin y que permite entre otras cosas, administrar antirretrovirales con precisión a niños con VIH o la cantidad exacta de morfina que necesitan pacientes terminales.
Antes de ponerse manos a la obra, el curso muestra a los alumnos de Rice la realidad de algunos de los problemas de salud que acechan al Tercer Mundo, como el cáncer de cuello de útero, el VIH o la tuberculosis. Además, les ofrece las herramientas necesarias para poner en marcha sus ideas, teniendo en cuenta las limitaciones que existen allí donde se van a llevar a cabo; como la falta de electricidad o de una cadena de frío adecuado para conservar las vacunas.
Algunos de los ejemplos reales que han salido de este programa, pueden presumir incluso de haber sido publicados en revistas científicas de impacto. Es el caso de la lámpara de diodo para tratar la ictericia de los recién nacidos, y que por sólo 100 dólares es tan eficaz como las luces de 6.000 dólares tradicionalmente disponibles en los hospitales tal y como se desprende de un estudio publicado en el 'American Journal of Tropical Medicine'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario