Muchos de los pacientes que están en lista de espera para recibir un trasplante no les vale cualquier órgano ya que son hipersensibles ante la mayoría de los donantes posibles y pueden pasar años hasta encontrar el idóneo. Son personas que o bien ya han sido trasplantadas y necesitan de un nuevo implante o han recibido muchas transfusiones que les han generado esa mayor susceptibilidad al rechazo. A estos enfermos es a los que puede ir dirigida un tratamiento que ahora confirma sus buenos resultados a largo plazo.
En Estados Unidos, alrededor del 30% de las personas a la espera de un trasplante de riñón tienen hipersensibilidad, es decir, su sistema inmunológico rechazará la mayoría de los riñones donados porque en su sangre circulan anticuerpos que reaccionarán a las proteínas conocidas como antígenos leucocitarios humanos (HLA). En nuestro país ese porcentaje puede ser incluso mayor ya que el número de personas trasplantadas es alto y, aunque en algunos casos el órgano es para toda la vida, en otros, se deteriora con el paso del tiempo y el paciente necesita un nuevo trasplante.
En ellos, su cuerpo ha aprendido a defenderse del órgano 'extraño' y ha generado anticuerpos anti HLA. No son los únicos hipersensibles. Aquellas personas que han recibido muchas transfusiones o las mujeres que han tenido varios embarazos y que su cuerpo ha creado anticuerpos frente a los antígenos del feto (heredados del padre), también presentan dificultad para encontrar un órgano compatible.
Acondicionar el cuerpo
A ellos es a quien va dirigida la alternativa terapéutica que ha generado resultados positivos y cuyos datos publica la revista 'The New England Journal of Medicine'. Se trata de un tratamiento, previo y posterior al implante, que consiste en preparar al organismo del receptor para que no genere una reacción contra el riñón para el que no es totalmente compatible.
La preparación o acondicionamiento del paciente se realiza varios días antes del trasplante y consiste en realizarle una plasmaféresis, que se trata en extraer, filtrar y separar las células del plasma, del tal forma que se pueden eliminar los anticuerpos responsables del rechazo. Tras ella, se le inyecta una dosis de inmunoglobulina. Con estos dos pasos, el enfermo ya está listo para recibir el riñón y una vez intervenido se le repite a lo largo de los 10 días siguientes.
Aunque no es un tratamiento nuevo, algunos hospitales llevan más de una década aplicándolo, hasta ahora no había datos sobre su eficacia a largo plazo. Y eso es lo que acaban de ofrecer un grupo de cirujanos de la Universidad Johns Hopkins: los buenos resultados que se consiguen con la terapia empleada en los trasplantes de vivo a vivo, ya que requiere ser aplicada unos días antes de la cirugía y en el trasplante de cadáver el tiempo no se puede controlar tanto.
Tras haber aplicado este protocolo a 211 pacientes, algunos de los cuales fueron intervenidos en 1998, los datos muestran que la supervivencia de estas personas a los ocho años de ser trasplantadas fue del 80% frente al 49,1% de la que tuvieron aquellos enfermos en diálisis a la espera del órgano 'perfecto' o al 30% de las personas en diálisis.
“Tenemos esta terapia prequirúrgica que duplica la tasa de supervivencia”, explica Robert Montgomery, director del Centro de Trasplantes del Hospital Johns Hopkins. “Si esto fuera un fármaco contra el cáncer que duplicara la tasa de supervivencia, las personas empezarían a hacer cola en la puerta para conseguirlo. Es realmente extraordinario pasar de una supervivencia del 30% a una del 80% a los ocho años”.
Experiencia en España
Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes de España, señala que este tipo de pacientes con hipersensibilización "es un problema cada vez mayor. En nuestro país hay un alto porcentaje de personas a la espera de un segundo, tercer o cuarto trasplante. Mucha de la gente que está en el programa de la donación cruzada tiene este problema. Los resultados [del estudio] son muy interesantes y probablemente sirva para incrementar esta terapéutica en este tipo de enfermos".
El director de la ONT explica que en España ya hay hospitales, como el Clinic de Barcelona o el de Valdecilla en Santander, que están realizando este tratamiento en casos de hipersensibilidad. "Pero no está generalizado porque existía una gran controversia. Por un lado, es una terapia muy cara. No está exenta de efectos secundarios y porque se debía comparar con otras alternativas, que es lo que han hecho ahora en este estudio", aclara.
Sin embargo, tanto Matesanz como los especialistas de la Johns Hopkins argumentan que, a pesar de los posibles efectos secundarios como puede ser la aparición de hemorragias, en algunos casos el posible beneficio supera al riesgo.
Por otro lado, el director de la ONT considera que este tratamiento más que ser una alternativa al trasplante cruzado puede ser un complemento. "En pacientes que cuentan con un voluntario que les cede un riñón y que no tienen hipersensibilidad es mejor, en el caso de que su grupo sanguíneo no sea compatible, hacer una donación cruzada, porque es menos agresiva y más barata. Pero en aquellos enfermos hipersensibles que cuenten con un voluntario dispuesto a cederle su riñón, quizás este tratamiento sea un complemento porque en ellos es muy difícil encontrar un órgano compatible".
No obstante, no se trata de una técnica barata. "El coste está en torno a los 50 ó 60 mil euros por paciente. Por este motivo, creo que los cirujanos del estudio deberían haber realizado un análisis de coste-beneficio que no han hecho", considera Matesanz.
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