Esta semana hay que volver a hablar del sida. Hace un par de meses repasábamos los nuevos avances en lo que se refiere a la prevención de las infecciones por VIH. En ese artículo acabábamos hablando del tratamiento profiláctico pre-exposición (PrEP), sobre el cual se habían publicado recientemente estudios un tanto contradictorios. La conclusión entonces fue que hacían falta más datos para saber si dar antirretrovirales a las poblaciones de riesgo servía o para evitar la infección.
No hemos tenido que esperar mucho. Dos trabajos publicados la semana pasada han llegado a la conclusión que el PrEP reduce enormemente las posibilidades de contagiarse en una relación heterosexual. En uno de los trabajos, se estudiaron en Kenia y Uganda durante tres años a 4758 parejas, en las que solo uno de los miembros era seropositivo. Si los infectados tomaban diariamente Truvada (una combinación de dos antirretrovirales), el riesgo de contagio era un 73% menor.
No hemos tenido que esperar mucho. Dos trabajos publicados la semana pasada han llegado a la conclusión que el PrEP reduce enormemente las posibilidades de contagiarse en una relación heterosexual. En uno de los trabajos, se estudiaron en Kenia y Uganda durante tres años a 4758 parejas, en las que solo uno de los miembros era seropositivo. Si los infectados tomaban diariamente Truvada (una combinación de dos antirretrovirales), el riesgo de contagio era un 73% menor.
En el segundo trabajo, en el cual se siguieron a 1219 personas en Botswana durante seis años, se vio que el Truvada lo reducía un 63%. Estudios anteriores calculaban que esta protección era de un 44%, pero parece que los nuevos datos casi doblan esa cifra inicial.
Los resultados son tan sólidos esta vez que los expertos los están considerando ya como una posible revolución sanitaria, algo que podría cambiar el curso de la epidemia en zonas tan afectadas como el África subsahariana. Son buenas noticias para todos. ¿O no?
Los resultados son tan sólidos esta vez que los expertos los están considerando ya como una posible revolución sanitaria, algo que podría cambiar el curso de la epidemia en zonas tan afectadas como el África subsahariana. Son buenas noticias para todos. ¿O no?
Un tratamiento anual de Truvada, a dosis diarias, cuesta unos 100 dólares, gracias sobre todo al descuento importante que hacen las farmacéuticas en los países en desarrollo. Recordemos que las mismas pastillas sirven para tratar a los seropositivos: si se dan de forma crónica (es decir, de por vida), evitan la aparición de la enfermedad del sida. Y finalmente, tengamos en cuenta que hay unos 34 millones de personas infectadas por el VIH en el mundo, y muchísimas más en situación de riesgo. Si sumamos los dos grupos, los que necesitan los fármacos para protegerse y los que los necesitan para sobrevivir, los números no cuadran. ¿Cómo se puede permitir un país de África, por ejemplo, pagar todas las pastillas que necesitan sus ciudadanos?
Cien dólares al año nos pueden parecer una minucia, acostumbrados como estamos en los países ricos a derrochar mucho más en cosas inútiles. Pero el coste sanitario a nivel global seria, hoy por hoy, prácticamente inasumible.
Los dilemas éticos y médicos que se están generando alrededor de estos nuevos estudios son complejos. Si el presupuesto para conseguir antirretrovirales es limitado, ¿qué debemos priorizar, la protección o el tratamiento? ¿Hay que evitar que la gente se siga infectando si a cambio tenemos que dejar de tratar a los que ya son seropositivos? Es frustrante tener al alcance la 'Tierra Prometida' pero no poder entrar porque no podemos pagar el precio de admisión.
Esperemos que esta situación se pueda solucionar pronto. Gilead Sciences, que produce el Truvada y ya lo donó para estos dos estudios, ha decidido ceder la patente a fabricantes genéricos en los países en desarrollo. De esta manera, el precio bajará aún más y quizá empezarán a salir las cuentas. Pero que todas estas buenas noticias no nos hagan perder de vista la realidad: en el caso de las relaciones heterosexuales, sigue siendo más productivo y económico (y sin los efectos secundarios que tienen los fármacos) educar a la población para que evite conductas de riesgo y utilice siempre protección algo que, tenemos que admitirlo, no es nada fácil en ciertas culturas y entornos socioeconómicos.
Los dilemas éticos y médicos que se están generando alrededor de estos nuevos estudios son complejos. Si el presupuesto para conseguir antirretrovirales es limitado, ¿qué debemos priorizar, la protección o el tratamiento? ¿Hay que evitar que la gente se siga infectando si a cambio tenemos que dejar de tratar a los que ya son seropositivos? Es frustrante tener al alcance la 'Tierra Prometida' pero no poder entrar porque no podemos pagar el precio de admisión.
Esperemos que esta situación se pueda solucionar pronto. Gilead Sciences, que produce el Truvada y ya lo donó para estos dos estudios, ha decidido ceder la patente a fabricantes genéricos en los países en desarrollo. De esta manera, el precio bajará aún más y quizá empezarán a salir las cuentas. Pero que todas estas buenas noticias no nos hagan perder de vista la realidad: en el caso de las relaciones heterosexuales, sigue siendo más productivo y económico (y sin los efectos secundarios que tienen los fármacos) educar a la población para que evite conductas de riesgo y utilice siempre protección algo que, tenemos que admitirlo, no es nada fácil en ciertas culturas y entornos socioeconómicos.
Será fantástico tener unas pastillas que nos solucionen el problema, pero nos ahorraríamos mucho dinero y sufrimiento si consiguiéramos que todo el mundo usara la cabeza.
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