lunes, 21 de noviembre de 2011

Hacia el principio del fin de la epidemia de sida



El dilema que hay que resolver ya, que no admite esperas, es el siguiente: o se mantiene y aumenta el compromiso financiero con la lucha contra el sida para acelerar los progresos y poder visualizar así el camino hacia el final de la epidemia o bien retrocede la inversión por culpa de la crisis económica y, entonces, aumentan las infecciones y el virus vuelve a hacerse fuerte, como en sus inicios.
Para ONUSIDA, que acaba de publicar su informe anual sobre la situación global del VIH, la elección está clara. La explica a ELMUNDO.es el director de su Oficina Ejecutiva, el doctor Luiz Loures: "La crisis económica no puede ser una excusa para dejar de financiar los programas contra el sida, porque si eso ocurre pagaremos un precio altísimo más adelante. Lo malo no es sólo la crisis, sino el impacto que tiene. El mundo corre el riesgo de enfrentarse a los peores momentos de la epidemia si la respuesta se detiene. No es sólo una cuestión de salud, sino de estabilidad social, de responsabilidad".
Los últimos datos, aunque siguen siendo preocupantes, invitan un poco al optimismo. En 2010 vivían en el mundo 34 millones de personas con VIH -algo más que el año anterior, fruto del mayor acceso al tratamiento-, se produjeron 2,7 millones de nuevas infecciones -un 21% menos en comparación con el punto álgido de 1997- y murieron 1,8 millones de seropositivos. Son cifras elevadas, pero podrían ser aún mucho más altas. El informe recoge que el tratamiento antirretroviral ha evitado 2,5 millones de fallecimientos en países de ingresos medios y bajos desde 1995. Sólo el pasado año se evitaron 700.000 decesos por causas relacionadas con el sida.
Queda mucho trabajo por hacer pero "la visión de un mundo con cero infecciones, cero discriminaciones y cero muertes por sida comienza a rondar la imaginación de muchos. Hace tan sólo unos años hablar del final de la epidemia parecía algo imposible, pero la ciencia, el apoyo político y la respuesta internacional hace que empiece a ser una meta tangible", afirma el director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé. "Nunca antes habíamos asistido a un año con tanta ciencia, tanto liderazgo y tantos resultados en el campo del sida", afirma.
África Subsahariana sigue siendo la región más afectada. El 68% (22,9 millones) de todas las personas con VIH residen en la región, donde el sida ha acabado con la vida de un millón de africanos cada año desde 1998. No obstante, el informe refleja importantes mejoras. Las nuevas infecciones han descendido más de un 26% en la última década y sólo entre 2009 y 2010 ha aumentado un 20% el número de personas con acceso al tratamiento.
Preocupante es la situación de Europa del Este, donde ha habido un incremento de un 250% en el número de infectados desde 2001, principalmente por la propagación de la epidemia en Rusia y Ucrania. "Lo positivo, dentro de la gravedad, es que son países que tienen recursos y el problema ha venido por falta de liderazgo y dejadez de las autoridades, algo que está cambiando. La mayor parte de las transmisiones son por inyección de drogas y hay programas eficaces para evitar estos contagios, como ya demostró España en los 80", dice el doctor Loures.
Falta dinero
De los casi 15 millones de seropositivos que necesitan tratamiento en países de medianos y bajos ingresos, 6,6 millones lo recibían a finales de 2010, 1,35 millones más que el año anterior. "No podemos esperar a una vacuna, que no llegará en un futuro próximo. Tenemos que centrar las estrategias en aquello que sabemos que funciona ahora y eso es el tratamiento. Las últimas evidencias científicas demuestran que es un arma eficaz para prevenir las infecciones", señala el doctor Loures, para quien si se consigue el reto de tratar a esos 15 millones que necesitan los fármacos en 2015 se podrán frenar en seco las nuevas infecciones.
Pero para eso hace falta dinero. "Los logros alcanzados hasta la fecha son el resultado de una inversión constante. Pero empieza a fallar y no podemos permitirlo. Hay que encontrar un nuevo pacto entre donantes, gobiernos y países pobres, un nuevo compromiso global".
Si se consigue la financiación necesaria, estimada entre 22.000 y 24.000 millones de dólares (entre 16.000 y 19.000 millones en euros) para los próximos tres años, ONUSIDA calcula que se evitarían 12,2 millones de nuevas infecciones por VIH -1,9 millones en niños- entre 2011 y 2020. Asimismo se impedirían 7,4 millones de muertes.
El reto se antoja difícil. Durante 2010, los programas frente al sida contaron con 15.000 millones de dólares (unos 11.000 millones de euros), menos de lo necesitado. Y la ayuda internacional se redujo sólo el pasado año más de un 10%. "O nos esforzamos, ponemos el pie en el acelerador y avanzamos hacia el fin de la epidemia o volveremos a los peores tiempos", argumenta el director ejecutivo, que reconoce que desde su organismo están manteniendo muchos diálogos para que los gobiernos comprendan esta realidad. "El G20 tiene que saber la situación y el impacto que la falta de recursos puede tener".
ONUSIDA fija las líneas a seguir en los próximos años para frenar la epidemia. Los puntos clave son los siguientes: dirigir los programas a las poblaciones de alto riesgo (trabajadores del sexo, hombres que se acuestan con hombres y usuarios de droga por vía intravenosa); prevenir las nuevas infecciones en los niños; fomentar un cambio de los comportamientos de riesgo en los jóvenes; promover y distribuir los preservativos; aumentar el tratamiento, los cuidados y apoyo para las personas que viven con VIH y promover la circuncisión voluntaria en aquellos países con alta prevalencia del virus.

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