miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cómo funcionan los probióticos



En televisión, en prensa, en el supermercado, en la farmacia… los probióticos y sus potenciales utilidades para la salud están por todas partes. La posibilidad de mejorar nuestro organismo a través de la dieta es uno de los temas del momento. Sin embargo, todavía es mucho lo que se desconoce sobre los llamados 'alimentos funcionales'.
Un trabajo publicado en la revista 'Science Traslational Medicine' arroja un poco de luz sobre el tema aclarando cómo se comportan los probióticos –al menos los productos de leche fermentada- cuando entran en contacto con la flora intestinal.
Según sus datos, obtenidos a partir de estudios en humanos sanos y ratones, consumir un yogur con probióticos no provoca cambios en las especies o el tipo de microorganismos que colonizan el intestino. Sin embargo, estas bacterias 'añadidas' sí pueden de modificar el 'comportamiento' de la flora existente; es decir son capaces de provocar cambios metabólicos que influyen, por ejemplo, en cómo nuestro organismo metaboliza los carbohidratos.
"A primera vista puede parecer decepcionante que las bacterias de los probióticos no sean capaces de colonizar el intestino, pero lo que este estudio demuestra es que, aunque la flora no cambie, sí adquiere propiedades y características bioquímicas de los microorganismos que se han ingerido", explica a ELMUNDO.es Francisco Pérez Jiménez, especialista del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn).
"Hasta ahora sabíamos que en personas con patología intestinal, los probióticos podían mejorar los síntomas, pero no conocíamos cuál era el efecto en las personas sanas", señala Pérez Jiménez. "Este estudio señala que generan modulaciones, aunque no se pueden sacar conclusiones precipitadas. Aún no sabemos si esos cambios son beneficiosos por lo que la realidad es que hay que seguir investigando", añade.
Para este especialista, más que por sus conclusiones, este estudio resulta clave por su exhaustiva metodología de investigación.
Los autores del trabajo, dirigidos por Nathan McNulty, de la Universidad de Washington (EEUU), realizaron una investigación paralela en humanos y animales que, según Pérez Jiménez, podría marcar un antes y un después en este campo de investigación.
Esto se debe a que el estudio ha analizado la flora intestinal de siete pares de gemelas antes, durante y después de consumir un determinado yogur y, además, ha estudiado el efecto del mismo probiótico en una muestra animal preparada para imitar el 'ambiente' del intestino humano. Así, los investigadores utilizaron ratones modificados para que las únicas bacterias que portaran sus intestinos fueran 15 especies que habitualmente componen nuestra flora intestinal.
"Su abordaje metodológico para estudiar los cambios en la flora intestinal es muy completo y yo creo que es el que se va a exigir a partir de ahora en este tipo de estudios", apunta Pérez Jiménez.
La manera de conseguir evidencias científicas de peso que respalden la utilidad de un alimento funcional ha centrado, desde hace un tiempo, un importante debate en la industria y la comunidad científica ya que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha señalado que en ningún caso podrán publicitarse productos que utilicen como reclamo efectos para la salud que no hayan sido demostrados de manera fehaciente.
"Este trabajo marca el camino sobre cómo hay que investigar en estos temas para obtener resultados válidos", concluye Pérez Jiménez.

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