¿Quién puede resistirse al sabor de una Coca-Cola, Pepsi, Fanta o cualquiera de sus competidoras? Parece que los jóvenes estadounidenses no. Años después de que muchos estados norteamericanos pusieran 'mano dura' en los pasillos de los colegios impidiendo que se vendiesen estos productos dentro de los centros, lo cierto es que la iniciativa para reducir su consumo ha sacado un sonoro 'suspenso'.
Para llegar a esta conclusión, investigadores de 'Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine' examinaron a más de 7.000 chavales de secundaria de 40 escuelas públicas de EEUU entre los años 2003 y 2007, una época en que muchos estados y distritos escolares empezaron a promulgar las restricciones a estas bebidas. Sin embargo, los datos son claros. En la mayoría de los estados la prohibición se limita a los refrescos, pasando por alto otro tipo de bebidas como las isotónicas o los zumos de frutas azucarados, con lo que estos estudiantes no tienen problemas para conseguir su 'dosis' diaria y calórica de azúcar.
Y para muestra varios datos. Según este estudio, durante el periodo de estudio analizado la proporción de alumnos con restricciones en sus colegios que pudieron hacerse con otra bebida azucarada llegaba al 29%, una cifra similar a los que podían elegir libremente entre una Pepsi y una isotónica: el 26%. "La venta de refrescos en las escuelas se ha convertido en una fuente de ingresos rentable para muchos distritos escolares, y un número importante de estados han sido reacios a eliminarlas de sus escuelas, con prohibiciones parciales que no ayudan a evitar el problema", explica el doctor Daniel R. Taber, investigador asociado en la Universidad de Illinois (Chicago) y auto del estudio.
Un problema en aumento
La obesidad en la adolescencia es un problema que va en aumento en todos los países. En EEUU, un 19,6% de los niños de entre 6 y 11 años son obesos y otro 15,9% posee sobrepeso, porcentajes que aumentan con los años. Estos datos son los que también se intentar evitar en la Unión Europea, que ya en 2006 recomendaba a los países miembros que vigilaran este tipo de productos. En España, por ejemplo, se cuenta con un 20% de adolescentes, entre obesos y con sobrepreso, menores de 17 años. Por ello, el pasado año se promulgaba la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, con la que se prohibía "la venta de alimentos y bebidas con un alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans, sal y azúcares sencillos" y en el caso de las bebidas aquellas que superen los tres gramos por litro de glucosa.
"Aunque todo el mundo ya es consciente de que la bollería industrial agrava este problema, pocos se dan cuenta de que las bebidas azucaradas aportan un 15% de calorías diarias y, si bebemos más de la cuenta, es energía que no se quema", explican desde el Instituto de Medicina estadounidense.
Una percepción que quizá tenga mucho que ver con otra conclusión de este estudio. Según se señala, en los estados con una prohibición total de todo tipo de bebidas azucaradas su consumo no se había derrumbado, lo que sugiere que fuera de las escuelas es habitual que los jóvenes vayan con una Coca-Cola en la mano.
Para evitar estos datos, los especialistas plantean diferentes soluciones. Así, mientras los autores del estudio indican la necesidad de hacer leyes más estrictas en cuanto a la venta de estos productos, otros especialistas señalan a la educación como la mejor herramienta. De esta opinión es la doctora Cristina Azcona, consultora de endocrinología pediatra del departamento de pediatría de la Clínica Universidad de Navarra, "la solución no depende tanto de prohibir o no a través de leyes, sino de concienciar y educar a los niños a través de la escuela y en casa de que sí pueden beber este tipo de bebidas, pero con moderación".
Es más, para esta doctora, leyes como las que afecta en España a estos productos no mejoran la reducción en su consumo, "puesto que sin contar con datos como los de este estudio, cualquier médico infantil puede asegurar que los chavales siguen sin encontrar trabas para tomarlos", asegura a ELMUNDO.es Así, para ambos especialistas el mayor problema a solucionar pasa por derribar viejos mitos: "Los refrescos son la opción más popular entre los jóvenes y si no pueden acceder a ellos tienen la idea falsa de que otro tipo de bebidas con azúcar son saludables, esto es lo que hay que cambiar".
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