'Lo único que tienes seguro en la vida es la muerte y el estrés', afirma el sabio refranero popular, ambas cosas nada positivas. Precisamente, si el estrés no es buen compañero de patologías tan distintas como el insomnio, la enfermedad cardiovascular o las úlceras, ahora se descubre que tampoco lo es para los afectados por la esclerosis múltiple.
Al menos es lo que afirma un grupo de investigadores de la Universidad Northwestern Medicine (Chicago, EEUU) capitaneado por el profesor David Mohr en la revista 'Neurology'. Según las conclusiones de este estudio, basado en los resultados de 121 pacientes con esclerosis múltiple, las terapias que enseñan a controlar el estrés reducen en más de un 20% las lesiones cerebrales típicas de esta enfermedad.
"Los resultados son importantes y abren la puerta a más investigaciones que pongan el acento en tratamientos alternativos a tantísimos fármacos", comenta a ELMUNDO.es la doctora Celia Oreja-Guevara, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología. "Además, viene a confirmar las sospechas que ya se tenían al respecto. Hace algunos años sonaba con fuerza la psiconeuroinmunología, una rama que estudia las relaciones entre cuerpo y mente y donde el estrés forma parte especial de sus análisis por sus efectos dañinos.., incluido en este tipo de patologías".
Respire hondo y...
La esclerosis múltiple afecta sólo en España a entre 30.000 y 45.000 personas y se produce por un daño en la vaina de mielina, es decir, la cubierta protectora que rodea las neuronas. Cuando esto pasa, los impulsos nerviosos disminuyen o se detienen. Aunque no se sabe por qué se produce, se puede reconocer por una multitud de síntomas que van desde problemas musculares, como espasmos, entumecimientos o pérdida de equilibrio; hasta otros síntomas oculares, del habla, sexuales o neurológicos.
En el ensayo clínico se dividió a los 121 pacientes en dos grupos. Ambos seguían recibiendo sus medicamentos habituales pero el primero, además, también 16 sesiones de terapia antiestrés durante 24 semanas.
"Se produce un momento estresante cuando una persona siente una amenaza o que el acontecimiento es demasiado trascendente. Por ello, sobreestima esta situación o infravalora su capacidad para hacerle frente", explica Mohr. "La idea fue enseñar al primer grupo mecanismos para afrontar esos momentos, maneras de desafiar y cambiar estos pensamientos negativos y hacer una evaluación más realista y útil de la situación. Esto ayuda a administrar mejor estas circunstancias estresantes", afirma.
"El resultado es absolutamente sorprendente", señala la doctora Oreja-Guevara. "Yo también creía en los beneficios de las terapias antiestrés, pero no con tan altos resultados positivos". Y se refiere a que aquellos que recibían terapias antiestrés estaban libres de sufrir más lesiones cerebrales típicas (las captadas con gadolinio) en un 77%, en comparación con los del grupo control, cuyo porcentaje se reducía al 55%. Del mismo modo, los 'antiestresados' disminuían sus posibilidades de padecer otro tipo de lesiones inflamatorias (las conocidas como T2) en un 70%, frente al 43% del grupo que sólo tomaba fármacos.
Los misterios del cerebro
"Los médicos tienen pocas formas para saber cómo evoluciona la enfermedad", explica la doctora Oreja-Guevara. Tanto, que la forma más común de detectar si la esclerosis múltiple está activa o no es realizando pruebas de neuroimagen que muestren si existen lesiones cerebrales. De ahí, que algunas de las más comunes sean las que se descubren gracias al gadolinio, que indica una ruptura en la barrera hematoencefálica, lo que permite un daño en las células cerebrales.
Por su parte, la lesión cerebral T2 también es de carácter inflamatorio como la anterior. Con ella se encuentran daños más permanentes. "Ambas son lesiones inflamatorias, pero mientras que la primera muestra actividad inflamatoria en un periodo menor a las cuatro semanas, la segunda es un marcador que muestra lesiones más permanentes. ¿Qué conocemos con ambas? Si la inflamación aumenta es un indicador de que estamos ante una enfermedad activa", comenta esta doctora.
"La magnitud del efecto es similar a otros recientes ensayos en fase II de nuevos tratamientos farmacológicos para esta enfermedad", asegura Mohr. Aunque el estudio se ha topado con un importante 'pero'. "Todavía es prematuro formular recomendaciones específicas sobre el uso de este tipo de terapias de gestión del estrés en la esclerosis y se necesitan más estudios, ya que hemos descubierto que sus efectos positivos no se mantenían después del periodo de tratamiento, por lo que no quiero ver a los pacientes dejando de tomar toda su medicación para cambiarla por estas terapias", afirma contundente.
Para la doctora Oreja-Guevara, el mayor problema del estudio se encuentra en su periodo de tiempo, aunque se muestra optimista con los resultados. "Aunque es cierto que seis meses es poco tiempo para ver si las terapias son efectivas o no, también es importante ver que la muestra de 121 pacientes es suficientemente numerosa y los parámetros del trabajo están bien realizados como para descartar la idea del efecto placebo de estas terapias y tener esperanza en que funcionen... Además, la propia experiencia con estos pacientes indica la validez de este camino, el estrés empeora su situación", comenta.
Por ello, tanto el grupo de investigación como esta doctora se muestran de acuerdo con la búsqueda de los parámetros más importantes para que los beneficios se mantengan en el tiempo: "Es posible que las personas bajo estas terapias luego no fueran capaces de desarrollar estas habilidades por sí solas o, quizá, la parte más importante de estas terapias sea la personal, la de afrontar el estrés con apoyo social. Habrá que investigar más", concluye Mohr.
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