viernes, 1 de junio de 2012

Ratas que caminan después de una lesión medular


No es un milagro ni tampoco supone la curación de la lesión medular, pero es un avance llamativo. Un grupo de investigadores suizos ha conseguido, gracias a un protocolo basado en estimulación electroquímica y entrenamiento, que varias ratas con dos hemisecciones en la médula espinal tengan una locomoción voluntaria, suban escaleras y esquiven obstáculos.

Lo primero que han querido transmitir los responsables de este estudio publicado en 'Science' es cautela. "No vamos a curar la lesión de la médula", advierte Gregoire Courtine, del Instituto Federal de Tecnología Suizo (EPFL). "Hemos abierto una nueva vía para mejorar la recuperación".

Estímulos electro químicos y entrenamiento

El experimento, realizado en colaboración con la Universidad de Zurich, consistió en tratar de reactivar "las redes neuronales que están intactas a pesar de la lesión pero que están en estado de letargo", explica Courtine. El objetivo era despertarlas y para ello desarrollaron un protocolo basado en tres acciones: estimulación química, estimulación eléctrica y entrenamiento.

Las ratas, a las que les habían practicado dos hemisecciones de la médula (una en la mitad derecha y otra en la izquierda) a distinta altura, recibieron por un lado un cóctel farmacológico con neurotransmisores, los que recibiría si estuviera en contacto con el cerebro. "Esto, básicamente, lleva a las células de un estado no funcional a uno funcional", explica Courtine. Junto a estas señales químicas, recibían impulsos eléctricos a través de dos pequeños electrodos colocados en dos puntos de la médula por dejado de la lesión.

"Es la misma idea que con las prótesis: si tienes una, tendrás un sistema que reemplaza el miembro amputado. Esto es como una prótesis electroquímica del cerebro que despierta al cerebro espinal y permite la locomoción", explica el investigador suizo.

Es pronto para hablar de personas

Después, "cuelgan a los animales con un arnés, obligándolos a trabajar con las patas traseras, igual que se hace con los pacientes", explica a este medio Julian Taylor, jefe del Grupo Función Sensitivo-Motora del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. No obstante, al arnés "no facilita ningún movimiento", simplemente "da soporte frente a la fuerza de la gravedad", subraya Courtine.

Y la idea tuvo éxito. Al cabo de unas seis semanas, los roedores eran capaces de mantener su peso (un indicador muy importante) y de iniciar el movimiento, "así que algún tipo de señal desde el cerebro tenía que haber", subraya Taylor. A las ocho semanas, podían subir escaleras y esquivar obstáculos en la marcha, cosa que implica un control voluntario de las extremidades. Pero todos estos movimientos, destacan ambos expertos, sólo se producen en presencia de los estímulos electroquímicos.

La lectura que Courtine hace del potencial de sus investigaciones es prudente: "En caso de que existan conexiones residuales, cosa que a veces pasa en las personas, con esta estrategia podríamos ser capaces de mejorar la recuperación general en algunos pacientes, pero es muy pronto para decir algo".


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