martes, 12 de junio de 2012

Aquí no hay quién duerma


A pesar de lo que se pudiera pensar, los hospitales no suelen ser un sitio donde se puede descansar adecuadamente para recuperar la salud. Uno de los principales enemigos del paciente durante su ingreso es el ruido. Las puertas que se cierran con un golpe, las alarmas de los aparatos electrónicos, las voces, los carros de la ropa... Un gran número de estímulos impiden al enfermo poder conciliar el sueño, y no sólo eso. Según un estudio, estos estímulos pueden afectar negativamente a la actividad cerebral y a la función cardiovascular.

"Los hospitales y la mayoría de los entornos urbanos son increíblemente ruidosos", afirma Orfeu Buxton, de la Unidad del Sueño del Brigham and Women's Hospital y coautor del estudio que publica la revista 'Annals of Internal Medicine'. "Este trabajo arroja luz sobre la importancia del sueño para el restablecimiento y la curación que es particularmente importante para los pacientes hospitalizados".

Para comprobar cómo afecta el ruido durante las horas de sueño a las personas ingresadas, los investigadores reclutaron a 12 voluntarios sanos para participar en el estudio de tres días de duración que se desarrolló en un laboratorio del sueño. Durante la primera noche, los participantes durmieron sin ninguna interrupción. Pero en las dos noches siguientes, tuvieron que dormir con 14 sonidos que se pueden escuchar habitualmente en un hospital. Entre otros ruidos estaban las alarmas de la medicación intravenosa (diseñadas para alertar al equipo sanitario), teléfonos, máquina de hielo, voces en el pasillo, sonido del tráfico procedente del exterior del edificio y un helicóptero. Estas señales auditivas fueron realizadas en diferentes fases del sueño y a intensidades variables.
Como se esperaba, a más nivel de sonido más se interrumpió el sueño. Sin embargo, hubo grandes diferencias en esta alteración del sueño en función del tipo de ruido, independientemente de su intensidad. Los investigadores comprobaron que de todas las 'alteraciones auditivas' los sonidos electrónicos fueron los más molestos, incluso cuando se presentaron a un volumen similar a un susurro. Estas señales electrónicas produjeron alteraciones del sueño en más de un 50% de las veces.

Otro sonido que molestó con bastante frecuencia a los 'durmientes' fueron las conversaciones y las voces desde los interfonos. "Estrategias sencillas que incluyan planificación de estas conversaciones, diseño de espacios específicos donde situar estos dispositivos para las enfermeras o los monitores tecnológicos, podría disminuir los sonidos generados por la transmisión del sonido", señalan los autores.
También influyó de manera diferente según el momento en que se produjera la 'molestia' auditiva. Si lo hacía en la fase del sueño no REM importaba más el tipo de sonido; mientras que si lo hacía en la fase REM, era el volumen el que alteraba más el descanso.

Otro hecho que se pudo comprobar es que los ruidos no sólo molestaron el buen dormir, sino que también afectaron a la función cardiovascular. "Más allá de las molestias en el sueño, demostramos que se produjo una elevación temporal de la frecuencia cardiaca", explica Jeffrey Ellenbogen, director del Centro de Medicina del Sueño en el Hospital General de Massachusetts, otro centro que también participó en este estudio. "Mientras estos efectos fueron modestos, nuestra preocupación es que las repetitivas interrupciones, como podría ocurrir en una habitación de un hospital con los sonidos de las alarmas, pueden comprometer la salud de nuestros pacientes más vulnerables". Además, en este estudio las señales auditivas fueron presentadas individualmente y por un periodo de 10 segundos, algo que normalmente es superado con creces en un hospital, donde se producen varios sonidos a la vez y por un periodo de tiempo más prolongado.

Se sabe que la alteración del sueño está asociada con hipertensión, mayor incidencia de enfermedad cardiovascular, deterioro de la función inmune, elevada respuesta de las hormonas del estrés, déficit de atención y de memoria y un ánimo depresivo. "La preservación del sueño de los pacientes debería ser una prioridad para contribuir a mejorar la recuperación durante su ingreso [...] Cualquier modificación que pudiera mitigar las alteraciones del sueño producidas por ruidos, podría potencialmente contribuir a reducir el delirio, que sufren un gran número de ancianos hospitalizados", afirman los autores.

Por último, estos investigadores apuntan a varias estrategias para proteger el sueño durante la hospitalización, como "guías para mejorar el diseño y la construcción con el objetivo de una mejor acústica, cambiar las rutinas del cuidado nocturno y mejorar las tecnologías para las comunicaciones clínicas y las alarmas médicas", concluye Jo Solet, de la Alianza de la Salud de Cambridge y uno de los principales autores de este trabajo.

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