Mayor riesgo de tumor cerebral y de leucemia. Según un trabajo realiazdo sobre 180.000 personas que se publica en The Lancet, el mayor hasta la fecha, exponer a los niños menores de 15 años a una dosis de radiación de 2 o 3 sesiones de tomografía computerizada (TC) - el equivalente a 60mGy de dosis acumulada- en la cabeza podría triplicar el riesgo de desarrollo un tumor cerebral; si la exposición es de entre 5 y 10 sesiones -dosis acumulada alrededor de 50 mGy-, el riesgo de desarrollar leucemia también podría verse multiplicado por tres.
Aunque el riesgo absoluto de estos tipos de cáncer que ocurren después de la TC es pequeño, las dosis de radiación de las tomografías computarizadas debe mantenerse lo más bajas posibles y se deben emplear procedimientos y alternativas que no utilizan radiación ionizante. Estas son las conclusiones de un artículo coordinado por Mark Pearce y Sir Alan Craft, la Universidad de Newcastle, (Reino Unido), y en el han participado expertos de la Universidad de Dalhousie (Canadá), del Nacional Cancer Institute (NCI) y del National Institutes of Health (EE.UU.).
El estudio representa la culminación de casi dos décadas de investigación en este área y ha sido financiado conjuntamente por el Departamento de Salud del Reino Unido y el Nacional Cancer Institute (NCI) y del National Institutes of Health.
Técnica diagnóstica
El TC es una técnica diagnóstica fundamental que añade una nueva aplicación cada día que pasa. El uso de esta tecnología ha aumentado rápidamente en casi todos los países, especialmente en la última década. Sin embargo, su empleo conlleva posibles riesgos relacionados con una mayor progresión a cáncer, debido a la radiación ionizante utilizada en las tomografías computarizadas, especialmente en los niños que son más sensibles a la radiación que los adultos.
En este estudio retrospectivo, los autores estudiaron a cerca de 180.000 pacientes que se sometieron a una tomografía computarizada entre 1985 y 2002 en el Reino Unido. Se determinó la cantidad de sesiones y el tipo de tomografía, y se calculó la dosis absorbida en mili-Grey (mGy) por el cerebro y la médula ósea en los pacientes en cada exploración. Estos datos se relacionaron con la incidencia del cáncer y los datos de mortalidad en el Registro Nacional del Servicio de Salud del Reino Unido entre 1985 y 2008. Por último, los expertos calcularon la incidencia de leucemia y tumores cerebrales. (La dosis de radiación recibida por el cerebro y la médula ósea variaba según la edad y la parte del cuerpo escaneado).
En total, los investigadores identificaron 74 casos de leucemia y 135 personas fueron diagnosticadas de un cáncer cerebral. Los autores calcularon que el riesgo relativo de leucemia se aumentaba por cada 0.036mGy adicional recibido, mientras que en el caso de los tumores cerebrales este aumento del riesgo era de 0.023mGy. La asociación con otros tumores, dijeron, necesita ser confirmada con nuevos estudios.
Clínicamente justificada
Recuerdan los expertos que en el Reino Unido, al igual que en otros países, el uso de TC de radiación ionizante sólo debe hacerse cuando está clínicamente justificada. Esto podría explicar los niveles relativamente bajos de uso de la TC en el Reino Unido en comparación con otros países que no cuentan con dichos reglamentos. Según Pearce, «los beneficios inmediatos de la TC son mayores que los efectos potenciales a largo plazo; además, debido a su precisión diagnóstica, y a que elimina la necesidad de anestesia y la sedación en pacientes jóvenes, es una técnica que se potenciará en los próximos años». Por este motivo, dice, la prioridad, tanto para los profesionales sanitarios como para los fabricantes, debe ser reducir las dosis de radiación y potenciar el uso de procedimientos de diagnóstico alternativos que no impliquen la exposición a la radiación ionizante, como la ecografía y la resonancia magnética.
Aunque se sabe que la radiación puede causar cáncer, Amy Berrington de González reconoce que hay un importante debate científico sobre si las dosis de radiación relativamente bajas, como las recibidas de las tomografías computarizadas incrementan o no el riesgo de cáncer. «Nuestros trabajo es el primero que proporciona una evidencia directa de que existe un vínculo entre la exposición a la radiación de la TC en la infancia y el riesgo de cáncer, además de haber cuantificado dicho ese riesgo».
En un comentario relacionado, Andrew J. Einstein, de la Universidad de Columbia (EE.UU.) afirma que si bien este estudio debería reducir el debate sobre si los riesgos de la TC son reales, también hay que reconocer que en los últimos años se ha avanzado mucho en este especialidad y se ha ido optimizado la dosis. Como conclusión, Pearce confirma que la tomografía computarizada puede producir un pequeño riesgo de desarrollar cáncer, debido a que el empleo de la TC está en aumento, basado en su eficacia clínica, «debemos redoblar nuestros esfuerzos para justificar y optimizar cada tomografía computarizada que se indique».
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