lunes, 25 de junio de 2012

¿Quiere vivir para siempre?


La inmortalidad sigue siendo una utopía. Pero hablar de vivir 100 años más, por ejemplo, cada vez es más habitual en los círculos científicos. Los que luchan por nuestra longevidad sostienen que el envejecimiento es una enfermedad que, si se trata, se puede curar. Trabajan en sus laboratorios para encontrar el elixir de una juventud si no eterna, al menos más prolongada.

Es ya un hecho que la población de los países desarrollados envejece a marchas forzadas. En el siglo XX se alargó la vida tantos años como se logró incrementar en todos los siglos anteriores juntos. Tanto es así que, hoy por hoy, la esperanza de vida se ha doblado. En España, como media, las mujeres viven hasta los 87 y los hombres hasta los 83.
Esta longevidad de la población muestra que, entre otros factores, la ciencia y la sanidad han avanzado a marchas forzadas. Una tendencia que motiva especialmente a los científicos a conocer qué le ocurre al organismo humano cuando envejece y qué se puede hacer para revertirlo.

Uno de los estandartes de la biología del envejecimiento es Aubrey de Grey, un polémico científico de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) que vive convencido de que en poco tiempo podremos vivir muchos años más. En su opinión, la clave de la longevidad se encuentra en siete males, o siete trastornos del organismo humano. Ellos son los que provocan que la maquinaria se oxide y deje de funcionar o lo haga de manera defectuosa.
De Grey habla, a grandes rasgos, de moléculas que se vuelven rígidas; mitocondrias que fallan; células que al envejecer 'incordian' a sus compañeras o incluso las envenenan... Pero, sobre todo, destaca las grandes cantidades de desechos que el cuerpo no es capaz de eliminar y que, como consecuencia, acaban intoxicándonos hasta la muerte.
En una casa limpia todo funciona mejor
En esta línea, Ana María Cuervo, una bióloga española del Albert Einstein College of Medicine (EEUU), lidera un grupo de expertos centrado en el estudio de la "acumulación catastrófica de residuos". Básicamente, como explica a ELMUNDO.es, sus trabajos se basan en conocer por qué falla la limpieza celular y qué se puede hacer para repararlo.
Para buscar las respuestas, lleva casi 20 años estudiando el papel de esta 'basura celular' en trastornos neurológicos, como el Alzheimer, la enfermedad de Huntington o el Parkinson, y en el cáncer. "Todos ellos tienen en común los problemas de limpieza", apunta Cuervo.
Esta científica también invierte gran parte de su tiempo estudiando a personas centenarias para intentar conocer por qué ellos viven más de la media. "Vemos que son individuos con muy buena actitud y que suelen venir de familias longevas. Pero lo más sorprendente es que algunos no siguen las recomendaciones saludables, más bien hacen todo lo contrario, y se encuentran bien", explica.
Vivir más y mejor
Pero, como la gran mayoría, esta investigadora no busca alargar la vida a toda costa. La idea es vivir más pero también mejor. Y que sea así, que vivamos más años pero igual de sanos, quizás ayude a que los grupos más reacios puedan aceptar lo que consideran un desafío a la madre naturaleza.
En su libro 'Aferrados a la vida', el periodista Jonathan Weiner reúne muchas de las voces arriba mencionadas pero también incluye la de Martin Raff, un biólogo del University College de Londres, que se opone totalmente a la idea de vivir por siempre.

"El final de la vida es tan importante como cualquier otra etapa de la vida", sostiene este científico, muy involucrado en las campañas a favor de la muerte digna. Y añade: "Considero que la vida son etapas. Y el objetivo en cada una de ellas es que te guste, ser lo bastante afortunado, estar lo bastante sano, pasar por ella con gusto, y siempre esperar con ganas lo siguiente [...] ¡Y luego eso incluiría la muerte! ¿Por qué no?".

Los ancianos no están más tristes

Ahondando en la idea de vivir más pero con calidad, son muchos los que abogan por una buena salud física pero parece que olvidan la mental. En este sentido, la psicóloga Laura L. Cartensen, de la Universidad de Stanford, destaca que ser mayor no significa estar triste, una idea que desarrolla en su 'teoría socioemocional selectiva'.

Como explica esta experta, tanto los jóvenes como los mayores sufren, se entristecen, "pero es un estereotipo que los ancianos estén siempre tristes". "Si fuera así -aclara- deberían acudir al psicólogo porque no es algo que vaya con la edad. De hecho, nosotros hemos visto que los ancianos, al ver que les queda menos tiempo de vida, se centran en las cosas positivas, son mucho más selectivos porque saben que les queda poco tiempo".

Para vivir más, y mejor, está psicóloga recomienda "imaginar siempre un futuro enriquecedor, productivo y divertido. No sólo es aceptar lo que venga sino también planear y hacer cosas geniales que nos apetezcan. Hay que pensar en lo que está por llegar y hacerlo de forma positiva". Un consejo que, en realidad, podría aplicarse a todas las edades.

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