El
santo y seña de la psiquiatría, el Manual Diagnóstico de los Trastornos
Mentales (DSM-IV), define bajo deseo sexual como la "ausencia o
deficiencia de fantasías sexuales y de deseos de actividad sexual" que
repercute de forma muy significativa en el bienestar personal, llegando incluso
a producir, según los expertos, graves fisuras dentro de la pareja: normalmente
se tiende a negar y a evitar las relaciones ya que no consiguen disfrutar de
éstas como lo hacían antes.
Así,
el último número de la revista 'The Journal Sexual of Medicine' se hace eco de
este problema y dedica uno de sus capítulos a hacer un repaso por el trasfondo
de esta disfunción sexual. El investigador Johannes Bitzer, del departamento de
Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Basilea (Suiza),
apuesta por adoptar un enfoque desde distintos ángulos para abordar el
problema, pues asegura que el deseo sexual hipoactivo (HSDD)-por sus siglas en
inglés- es en la mayoría de los casos de origen multifactorial. De este modo,
concluye el documento que "el procedimiento de actuación estándar para
este problema debe basarse en una perspectiva biopsicosocial, multidimensional
e integradora".
Por
encima de la media europea
Según
explica el doctor Santiago Palacios, director del Instituto Palacios de Salud y
Medicina de la Mujer de Madrid, la frecuencia es mayor en mujeres
posmenopáusicas que en mujeres premenopáusicas, de tal manera que podríamos
cifrar en un 20% en mujeres por debajo de los 45 años y en un 40% en mayores de
esta edad.
Actualmente,
en Europa la incidencia es de un 30%, pero España supera la media. "La
falta de interés sexual a cualquier edad se da en un 36% de las
españolas", señala el doctor. Así, según los expertos, apuntan a la falta
de deseo sexual como una de las disfunciones sexuales más frecuentes, pero en
cambio se habla poco de ello en las consultas, aproximadamente, sólo el 20%
pide ayuda.
En
cuanto a los hombres, explica el doctor, los problemas sexuales no se miden
como en las mujeres, ya que tienen más que ver con la propia fisiología del
deseo sexual. Mientras que en el varón es sólo un concepto mecánico de
erección, en la mujer se tiene que producir una serie de acontecimientos en los
que se incluyen, según este experto, el impulso físico y, casi más importante,
la motivación.
Causas
y tratamiento
El
impulso físico está modulado, principalmente, por la edad, la salud personal,
los requisitos hormonales y el estado de ánimo. Mientras que la motivación lo
está por las experiencias previas y la calidad y duración de la relación. Por
ejemplo, cita este experto, si la duración de la relación sexual en una mujer
casada es satisfactoria, y placentera, no existirá ningún problema. Sin
embargo, si ésta es aburrida y no placentera, cursará con alteraciones.
Así,
"cualquiera de estas alteraciones puede afectar al deseo sexual femenino,
de ahí que sea tan frecuente –una de cada tres mujeres lo sufre en España- y
nada fácil de manejar ya que se pueden juntar varios motivos", mantiene.
El
problema de esta disfunción existe cuando persiste y se instala de alguna
forma, y durante mucho tiempo, en la intimidad de alcoba.
Por
tanto, las líneas de tratamiento a seguir deben estar enfocadas, según apunta
el investigador Johannes Bitzer, desde una perspectiva multidimensional.
"Es muy importante que la terapia sea mixta: médica y psicológica",
añade Palacios.
Por
tanto, explica el doctor, tenemos dos aproximaciones diferentes al tratamiento.
Una tiene que ver con la terapia sexual no farmacológica, en la que se deben
valorar todas las motivaciones. La otra, mucho más médica, está relacionada con
el impulso físico. Si la causa de la alteración del impulso está en un problema
médico, psíquico o por la ingesta de algún medicamento, habrá que tratar ese
factor específico. Si el problema es hormonal, se recomienda la terapia
hormonal sustitutiva.
Con
este abordaje, ¿se puede recuperar el deseo sexual? La respuesta es clara y
contundente: "Sí". De hecho, según apuntan varios expertos en
sexología, si el problema se afronta de forma conjunta, junto con la pareja,
éste tiende a desaparecer mucho más rápido.
"Hay
que consultar con un especialista. Muchas veces la primera barrera está en la
mujer que, por una causa u otra, no refiere el problema a su médico",
mantiene Palacios, que insiste en dejar bien claro que el estudio de este
desorden no es sencillo y que su tratamiento tiene que ser mixto: médico y
psicológico.
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