Cada
vez menos españoles siguen la Dieta Mediterránea y, de este modo, no pueden
beneficiarse de los efectos cardioprotectores que su ingesta implica, según el
estudio clínico 'Seguimiento de la Dieta Mediterránea y su relación con el
Riesgo Cardiovascular en España' (DIMERICA), que recoge que este tipo de dieta
saca un 4,7 sobre 10. Y es que cada vez son más los españoles que se decantan
por la ingesta de azúcares refinados y grasas saturadas. El uso de aceite de
oliva, muy recurrente en la cocina española, tampoco se salva del 'suspenso'.
Además, se consume menos frutos secos y pescado, dos pilares fundamentales de
la Dieta Mediterránea junto a las verduras y las legumbres. El estudio ha sido
promovido promovido por la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para
la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) y la Asociación Española
de Enfermería de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular (EHRICA).
En
el estudio han participado 1.770 personas, sometidas a un análisis de los hábitos
alimentarios como muestra de lo que actualmente sucede en la población adulta
española. Curiosamente y en contra de lo que se pensaba hasta ahora, la zona
del Mediterráneo es el área menos «cumplidora», por el contrario, las
comunidades situadas en la cornisa cantábrica (Galicia, Asturias, Cantabria y
País Vasco) son las que mejor siguen la dieta mediterránea.
La
tendencia de empeoramiento en nuestra alimentación resulta más evidente en los últimos
años y coincide con un ligero aumento del índice de obesidad, no sólo en la
población adulta, sino también en niños y adolescentes. En la actualidad hay más
de dos millones de personas con problemas de obesidad grave y, por tanto, con
un alto riesgo cardiovascular.
Estilo
de vida
Según
José Abellán, coordinador del estudio DIMERICA y director de la cátedra de
Riesgo Cardiovascular de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, «el
ritmo de vida actual no favorece el cumplimiento de la dieta mediterránea. No
se trata tanto del abandono de la dieta como de la pérdida progresiva del
estilo de vida del mediterráneo. Su seguimiento es cada día más pobre, por lo
que es necesario reintroducir la dieta con conceptos actuales y cultivar su
consumo desde las edades infantiles».
Paradójicamente,
la dieta mediterránea gana peso en los países nórdicos, tan alejados
culturalmente de la gastronomía de la zona del mediterráneo. Aun así, «España
es un país de bajo impacto en lo que se refiere a complicaciones coronarias si
lo comparamos con los países del norte de Europa», continúa Abellán. «Tradicionalmente
esta cardioprotección se ha relacionado con el seguimiento de una dieta
mediterránea, además de factores genéticos protectores».
Por
su parte, Elena Ramos, enfermera en el Centro de Salud de Quijorna de Madrid y
miembro de la asociación EHRICA, añade que «las personas con una predisposición
genética a desarrollar complicaciones cardiovasculares y que siguen
correctamente la dieta mediterránea tienen menos problemas. Su consumo
contribuye en una proporción importante al control de la presión arterial y
mejora el control glucémico. La educación para la salud y la capacitación de la
población son nuestra responsabilidad y en su consecución y la implicación en
sus autocuidados, estará el éxito de nuestro trabajo».
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