El cambio de hora, que tendrá lugar la noche del sábado al domingo, y en el que a las tres de la mañana serán las dos, afecta más a niños y personas mayores, que tienen una capacidad menor de adaptación. Incide especialmente si estas personas toman ansiolíticos o antidepresivos puesto que repercuten en el funcionamiento cerebral, en el ciclo biológico vigilia-sueño y en la estructura del sueño, ha señalado el neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid, Antonio Yusta Izquierdo.
El retraso de la hora supone una alteración en la intensidad y la duración de la luz diurna, que puede provocar sensación de cansancio, cambios de humor, falta de concentración, somnolencia o dolores de cabeza.
"La adaptación es variable, ya que depende de la carga genética y de la edad", ha afirmado Yusta Izquierdo, quien ha aclarado que "lo normal es que entre dos y cuatro días se haya superado los inconvenientes de haber retrasado los relojes, este mini 'jet lag'", ha tranquilizado. No obstante, ha recomendado que, en caso de que los síntomas se prolonguen más de siete días, se debe acudir a consulta.
Otros consejos pasan por dormir entre seis y ocho horas, evitar echar la siesta más de 30 minutos y beber entre dos y tres litros al día. Además, no se debe ir a la cama con la sensación de hambre o habiendo comido en exceso ni tampoco ingerir bebidas estimulantes a partir de ciertas horas del día.
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