La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna como alimento exclusivo durante los seis primeros meses de vida. Sin embargo, ese límite se vuelve en contra de algunas mujeres que se sienten frustradas o culpables si no alcanzan ese objetivo y recurren a la alimentación complementaria antes de que el niño cumpla medio año de vida.
Así lo refleja un comentario publicado en la revista 'BMJ Open' después de entrevistar a decenas de familias en el Reino Unido acerca de su percepción sobre la lactancia. Y sus conclusiones reflejan que muchas de estas parejas consideraban poco realista el objetivo de alimentar al niño con leche materna en exclusiva hasta el sexto mes.
En España, la Encuesta Nacional de Salud de 2006 recogía unos datos de lactancia materna exclusiva a los seis meses de 24,72%, según explica a ELMUNDO.es la doctora Marta Díaz, coordinadora del comité de lactancia de la Asociación Española de Pediatría; aunque con importantes diferencias entre comunidades. Cataluña, una de las regiones con datos más elevados, ha experimentado un aumento del 15% entre 2005 y 2010.
El equipo de Pat Hoddinott, de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), realizó 220 entrevistas personales a 36 mujeres, 26 de sus compañeros, ocho madres (abuelas del recién nacido) y otros profesionales sanitarios; desde el embarazo hasta que los pequeños cumplieron medio año.
De sus encuentros, los investigadores concluyen que "el mensaje idealista choca a menudo con el crudo realismo", lo que lleva a muchas mujeres a sentirse culpables si no pueden mantener la lactancia en exclusiva durante ese tiempo. Y por eso creen que otro tipo de mensajes más pegados a la realidad resultarían más útiles desde el punto de vista de salud pública. "Por ejemplo, podríamos decir: 'mantenga usted el pecho todo lo que pueda, e introduzca los alimentos sólidos lo más cerca posible de los seis meses'".
Sin presiones
El doctor Luis Santos, jefe del servicio de Pediatría del Hospital de Denia, admite que en el tema de la lactancia se ponen en juego bases biológicas ("que sirven para todos") y bases culturales ("que no valen para todos"). Por ello, aclara en primer lugar, las diferencias entre España y Reino Unido no permiten extrapolar del todo las conclusiones del trabajo, aunque sí admite que en esta cuestión existen posturas fuertemente enfrentadas.
"Cuando comenzaron a extenderse los mensajes sobre los beneficios de la leche materna, existían unos intereses comerciales muy fuertes a favor del biberón", recuerda ahora; "por eso fueron necesarios mensajes muy radicales para que calase la idea de la lactancia en una sociedad donde dar el pecho era cosa de gente de mal vivir". Una vez que caló el mensaje, añade, el plazo de seis meses es una recomendación fijada por la OMS en el año 2001 para todo el mundo, aunque luego cada mujer y cada familia debe adaptarlo a sus circunstancias económicas, laborales, sociales... Entre otras cosas, añade Díaz, se ha comprobado que el nivel de estudios de la madre guarda relación con el inicio y mantenimiento de la lactancia; y son "las mujeres universitarias las que tienen más probabilidad de alimentar a su hijo al pecho".
"Lo primero es ser respetuosos con cada opción", explica este pediatra con 30 años de experiencia, y cuyo centro es uno de los más activos en defensa de la lactancia materna. "Lo importante es que la mujer que esté dando el pecho a su hijo sea feliz, pero si surge algún problema, no pasa nada. No tiene que ser algo impuesto".
Sofía Bagüés, presidenta de la Federación Española de Asociaciones pro-Lactancia Materna (Fedalma), lo resume así: "Lo primero es el respeto a la elección de cualquier tipo de crianza; ya está bien de juzgarnos continuamente. Normalmente, las mujeres que optan por no dar el pecho no se sienten mal. El problema surge cuando dejan la lactancia por una mala información, porque no han encontrado ayuda... esas son las que se sienten mal".
Coinciden con esta sensación varias madres y padres consultados por ELMUNDO.es, que critican que las mujeres tengan que sentirse "culpables por casi todo" y reconocen que la vuelta al trabajo pasadas las 16 semanas de baja no ayuda precisamente.
Así lo ve, por ejemplo, otro padre. "Durante el embarazo, mi mujer recibió bastante presión de gente que le hablaba de la lactancia; compañeras que la asaltaban en el baño del trabajo y ese tipo de cosas", explica Martín. "Nosotros nos reíamos después, pero supongo que a ella la atormentaban un poco"; recuerda ahora este padre que compartió las 16 semanas de baja maternal. "A partir de los dos meses, hubo que planificar la lactancia. Para ella era un esfuerzo enorme: se sacaba la leche con aquel trasto espantoso, a mí me dejaba la 'cosecha' en el congelador y así funcionábamos".
Más allá del debate, y del respeto personal a cada opción, la doctora Isabel Arenilla, que trabaja en pediatría en una consulta de Atención Primaria en Madrid, coincide con la percepción del trabajo británico: "Yo lo veo a menudo en la consulta. Hay mamás que se convencen de la lactancia materna exclusiva por seis meses durante las clases de preparación al parto o leyendo información. Y cuando por el motivo que sea (presiones, motivos laborales, etc.) no llegan, se sienten bastante frustradas".
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