Enfriar el cerebro durante las seis horas inmediatamente posteriores a un accidente cerebrovascular a temperaturas cercanas a los 33-34 grados podría ser clave para reducir la magnitud del daño, según los resultados piloto de estudios que ahora quiere confirmar un trabajo internacional sin precentes que coordinan en España el Hospital Vall d'Hebron y su instituto de investigación, VHIR.
El estudio a gran escala, lanzado por la Unión Europa (UE) con una dotación de 11 millones de euros, se encuentra en la fase III de investigación con el apoyo de 60 universidades y hospitales de 25 países, para analizar a 1.500 pacientes con ictus.
La Unidad de Ictus del Vall d'Hebron y el VHIR lideran dos grupos de trabajo del ensayo que podría beneficiar a cientos de miles de pacientes cada año.
La hipotermia actúa induciendo una especie de hibernación en el cerebro, reduciendo al mínimo la necesidad de oxígeno y así logra prevenir mayores daños.
La técnica también se sigue con interés por la Agencia Espacial Europea, debido a sus posibles aplicaciones en el futuro para los viajes espaciales de larga distancia.
El Vall d'Hebron tendrá un papel destacado en el estudio, ya que además de sus responsabilidades de liderazgo en el ensayo, se espera que reclute a un elevado número de pacientes.
El coordinador de la Unidad de Ictus del centro, Carlos Molina, ha explicado que en el trabajo "se evaluarán las relaciones de las bajas temperaturas con la recanalización de la arteria cerebral ocluida tras un ictus".
Otra parte importante del estudio "evaluará el efecto de hipotermia cercana a 34 grados sobre los biomarcadores sanguíneos de daño cerebral y, para ello, se creará en el VHIR un biobanco con las muestras de todos los pacientes que se incluyan en el estudio europeo", ha explicado el responsable del grupo de enfermedades neurovasculares del VHIR y del grupo de trabajo sobre 'biomarcadores', Joan Montaner.
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